La cirrosis es una afección muy grave en la cual cicatrices dañan el hígado. El hígado es un órgano grande que es parte del aparato digestivo. Se encarga de una amplia variedad de tareas complejas que son vitales para la vida. Por ejemplo, el hígado:
Cuando una persona tiene cirrosis, el tejido cicatricial (fibrosis) reemplaza el tejido sano. Este tejido cicatricial evita que el hígado funcione como debería. Por ejemplo, el hígado puede dejar de producir suficientes factores de coagulación, lo cual puede llevar a sangrado (hemorragias) y a formación de moretones. Pueden acumularse bilis y sustancias tóxicas en la sangre. La cicatrización también puede causar presión sanguínea alta en la vena que transporta la sangre de los intestinos a través del hígado (hipertensión portal). Esto puede provocar sangrado grave en el tubo digestivo y otros problemas graves.
La cirrosis puede ser mortal. Pero el tratamiento oportuno puede ayudar a detener el daño al hígado.
La cirrosis puede tener muchas causas. Algunas de las principales incluyen:
Las causas menos comunes de la cirrosis incluyen reacciones graves a medicamentos o exposición prolongada a sustancias tóxicas, como el arsénico. Algunas personas tienen cirrosis sin una causa evidente.
Es posible que no tenga ningún síntoma en las etapas iniciales de la cirrosis. A medida que empeora, puede producir una cantidad de síntomas, incluyendo:
El médico comenzará con un examen físico y preguntas sobre sus síntomas y sus antecedentes de salud. Si el médico sospecha de cirrosis, es posible que le hagan análisis de sangre y estudios por imágenes, como una ecografía o una tomografía computarizada (CT, por sus siglas en inglés). Estas pruebas pueden ayudar a su médico a averiguar qué está causando el daño hepático y la gravedad del mismo.
Para confirmar que usted tiene cirrosis, el médico puede hacerle una biopsia de hígado. Esto significa que usará una aguja para tomar una muestra de tejido hepático para analizar.
El tratamiento puede incluir medicamentos, cirugía u otras opciones, según la causa de su cirrosis y los problemas que esté causando. Es importante que se trate la cirrosis lo antes posible. El tratamiento no puede curar la cirrosis. Pero, a veces, puede prevenir el daño hepático o retardar su progreso.
Hay cosas que puede hacer para ayudar a limitar el daño al hígado y controlar los síntomas:
Es posible que los síntomas no aparezcan hasta que un problema sea grave. De modo que es importante que vea a su médico para controles regulares y pruebas de laboratorio. También puede necesitar hacerse análisis para detectar posibles problemas, como dilatación de venas en el tubo digestivo o cáncer de hígado.
Si la cirrosis se vuelve potencialmente mortal, entonces un trasplante de hígado puede ser una opción. Pero un trasplante es costoso, es difícil encontrar órganos y no siempre funciona.
Los cuidados paliativos son un tipo de atención para las personas que tienen enfermedades graves. Son diferentes de los cuidados que recibe para curar su enfermedad. Su meta es mejorar la calidad de vida, no solo en el cuerpo, sino también en la mente y el espíritu.
Si su cirrosis está empeorando, tal vez quiera tomar decisiones importantes relacionadas con el final de la vida, como escribir un testamento vital. Puede ser reconfortante saber que usted recibirá el tipo de atención que desea.
Puede ser difícil el enfrentar que tiene cirrosis. Si usted se siente muy triste o desesperanzado, no dude en hablar con su médico. Es posible que pueda conseguir asesoría psicológica u otros tipos de ayuda. Considere unirse a un grupo de apoyo. Hablar con otras personas que tienen cirrosis puede ser de gran ayuda.
Las personas que tienen cirrosis a veces no tienen síntomas hasta que el daño hepático es extenso. Los síntomas de la cirrosis y sus complicaciones pueden incluir:
El tejido cicatricial de la cirrosis puede obstruir la circulación adecuada de la sangre proveniente de los intestinos a través del hígado. Las cicatrices pueden llevar a un aumento de la presión en las venas que irrigan esta zona. Esto se llama hipertensión portal. Puede provocar otras complicaciones, que pueden incluir:
Las personas que tienen cirrosis también corren un riesgo mayor de padecer cáncer de hígado, principalmente el carcinoma hepatocelular.
Su médico le hará un examen físico y le preguntará sobre sus antecedentes de salud para ver si tiene síntomas de enfermedad hepática y para descubrir causas posibles del daño al hígado.
Si su médico piensa que usted puede tener cirrosis, es posible que le hagan análisis de sangre y estudios por imágenes. También pueden hacerle una biopsia de hígado. Este análisis puede revelar con seguridad si usted tiene cirrosis.
La medición de los niveles de determinadas sustancias químicas producidas por el hígado puede indicar lo bien que le está funcionando el hígado. Los análisis de sangre pueden usarse para medir:
Pueden hacerle análisis de sangre para revisarle las enzimas del hígado. Estos pueden ayudar a revelar si ha tenido inflamación del hígado por mucho tiempo. Estos exámenes de sangre incluyen:
Algunas personas con cirrosis tienen enzimas hepáticas normales.
Las pruebas para detectar afecciones que pueden causar cirrosis incluyen:
Los estudios por imágenes pueden detectar tumores y vías biliares obstruidas. También pueden usarse para examinar el tamaño del hígado y la circulación de la sangre por el hígado. Estos exámenes incluyen:
También pueden hacerse otras pruebas para confirmar la cirrosis o para detectar posibles complicaciones. Estas incluyen:
Ningún tratamiento cura la cirrosis ni repara la cicatrización que ya ha tenido lugar en el hígado. Pero el tratamiento a veces puede prevenir o retrasar daño adicional al hígado. El tratamiento consiste en cambios en el estilo de vida, medicamentos o visitas periódicas al médico. En algunos casos, es posible que tengan que operarlo para tratar complicaciones causadas por la cirrosis.
Su médico le recomendará algunos cambios en el estilo de vida para ayudar a prevenir más daño al hígado.
La cirrosis puede causar otros problemas (complicaciones) que necesitan tratamiento con medicamentos o procedimientos. Las complicaciones incluyen:
Es importante que colabore con su médico para observar su afección, especialmente porque es posible que los síntomas no empiecen hasta que el problema se haya vuelto grave. Además de los controles regulares y de las pruebas de laboratorio, también necesitará pruebas periódicas de detección para venas dilatadas (várices) y cáncer de hígado (carcinoma hepatocelular).
Recibir un hígado de un donante de órganos (trasplante de hígado) es el único tratamiento que restablecerá el funcionamiento normal al hígado y que cura la hipertensión portal. Un trasplante de hígado suele considerarse solamente cuando el daño hepático es grave y pone en peligro su vida.
Antes de que su estado se vuelva grave, es conveniente que hable con su médico acerca de si usted es un buen candidato para un trasplante de hígado si su enfermedad pasa a una etapa avanzada.
La operación de trasplante de hígado es muy costosa. Tal vez tenga que esperar mucho tiempo para un trasplante, porque hay disponibles muy pocos órganos. Incluso si tiene lugar un trasplante, es posible que no funcione. Considerando estas cosas, los médicos deben decidir quién se beneficiará más al recibir un hígado. Los buenos candidatos incluyen aquellos que no han abusado de alcohol ni drogas ilegales durante los 6 meses anteriores y aquellos que cuentan con un buen sistema de apoyo de familiares y amigos.
Hable con su médico sobre las medidas que puede tomar ahora para mejorar su salud general para poder aumentar sus probabilidades de ser considerado un buen candidato.
Los cuidados paliativos son un tipo de atención para las personas que tienen una enfermedad grave. Son diferentes de los cuidados que recibe para curar su enfermedad. Su meta es mejorar la calidad de vida, no solo en el cuerpo, sino también en la mente y el espíritu. Usted puede utilizar estos cuidados junto con el tratamiento para curar su enfermedad.
Los proveedores de cuidados paliativos se esforzarán por ayudar a controlar el dolor o los efectos secundarios. Pueden ayudarle a decidir qué tipo de tratamiento desea o no desea tener. Y pueden ayudar a que sus seres queridos comprendan cómo brindarle apoyo.
Si le interesa recibir cuidados paliativos, hable con su médico.
Para obtener más información, vea el tema Cuidados paliativos.
Puede llegar un momento en el que el tratamiento de su enfermedad ya no parezca una buena opción. Esto puede deberse a que los efectos secundarios, la duración y los costos del tratamiento son mayores que la promesa de obtener una cura o alivio. Pero usted aún puede recibir tratamiento para que esté lo más cómodo posible durante el tiempo que le queda. Usted y su médico pueden decidir cuándo es posible que esté listo para cuidados paliativos al final de la vida.
Para obtener más información, vea los temas:
Puede reducir síntomas causados por complicaciones de la enfermedad y quizás retrasar nuevo daño hepático con cambios en su estilo de vida.
Si le han diagnosticado cirrosis, es de suma importancia que deje de beber alcohol por completo, aun si el alcohol no fuera la causa de su cirrosis. Si no deja de beber, el daño hepático puede empeorar rápidamente. Para obtener información sobre cómo dejar el alcohol, vea Abuso y dependencia del alcohol.
Es posible que tenga que limitar la cantidad de sal o de proteínas que come.
Si su organismo está reteniendo líquido, el cambio más importante que necesita hacer en su alimentación es reducir la ingesta de sodio. Puede hacer esto reduciendo la cantidad de sal en su alimentación. Las personas con daño hepático tienden a retener sodio. Esto puede hacer que el líquido se acumule en su abdomen (ascitis).
Si usted corre el riesgo de tener alteración de la actividad mental (encefalopatía) como consecuencia de una enfermedad hepática avanzada, es posible que su médico le recomiende que limite la cantidad de proteínas que consume por un tiempo. Usted todavía necesitará proteínas en su dieta para estar bien nutrido. Pero posiblemente tenga que obtener la mayoría de sus proteínas de origen vegetal (más que de origen animal). Y quizá tenga que evitar comer grandes cantidades de proteínas al mismo tiempo.
Algunos medicamentos deberían utilizarse con cuidado, o las personas que tienen cirrosis no deberían tomarlos. Por ejemplo, el acetaminofén (como el Tylenol) puede acelerar el daño hepático. La aspirina y otros medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) —por ejemplo, ibuprofeno (como Motrin o Advil) y naproxeno (Aleve)— aumentan el riesgo de hemorragia digestiva por rotura de várices esofágicas si tiene venas dilatadas (várices) en el tubo digestivo. Los AINE también pueden elevar su riesgo de ascitis. Hable con su médico o farmacéutico acerca de qué medicamentos son seguros para usted.
Algunos medicamentos con receta que se usan para tratar otras afecciones pueden ser perjudiciales si usted tiene cirrosis. Asegúrese de que su médico sepa de todos los medicamentos (incluyendo todos los medicamentos de venta libre, vitaminas, hierbas y suplementos) que esté tomando.
Tomar otras medidas para mejorar su salud general puede ayudarlo a sobrellevar los síntomas de la cirrosis.
En general, usted debería evitar la mayoría de los suplementos herbarios y de otro tipo, los cuales pueden empeorar las enfermedades hepáticas. La kava es especialmente perjudicial para personas que tienen problemas del hígado.
Se ha demostrado en limitadas investigaciones que el suplemento herbario cardo lechoso ("milk thistle") puede ayudar a proteger el hígado, pero otros estudios no han indicado ningún beneficio.nota 2 El cardo lechoso no revierte el daño hepático existente ni cura una infección con el virus de la hepatitis B o de la hepatitis C. Las personas que tienen complicaciones por la cirrosis (como hemorragia por rotura de las várices esofágicas o ascitis) no deben usar el cardo lechoso. Hable con su médico acerca de si debiera probar el cardo lechoso (o algún otro tratamiento alternativo).
Citas bibliográficas
- Garcia-Tsao G, et al. (2007). Prevention and management of gastroesophageal varices and variceal hemorrhage in cirrhosis. American Journal of Gastroenterology, 102(9): 2086–2102.
- Milk thistle (2005). Review of Natural Products. St. Louis: Wolters Kluwer Health.
Otras obras consultadas
- Angulo P, Lindor KD (2010). Primary biliary cirrhosis. In M Feldman et al., eds., Sleisenger and Fordtran's Gastrointestinal and Liver Disease, 9th ed., vol. 2, pp. 1477–1488. Philadelphia: Saunders.
- Bacon BR (2015). Cirrhosis and its complications. In DL Kasper et al., eds., Harrison's Principles of Internal Medicine, 19th ed., vol. 2, pp. 2058–2067. New York: McGraw-Hill Education.
- Carithers RL, McClain CJ (2010). Alcoholic liver disease. In M Feldman et al., eds., Sleisenger and Fordtran's Gastrointestinal and Liver Disease, 9th ed., vol. 2, pp. 1383–1400. Philadelphia: Saunders.
Revisado: 8 septiembre, 2021
Autor: El personal de Healthwise
Evaluación médica:Adam Husney MD - Medicina familiar & E. Gregory Thompson MD - Medicina interna & Kathleen Romito MD - Medicina familiar & W. Thomas London MD - Hepatología
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