La intimidación ("bullying") es una manera de actuar que atemoriza o hace daño a otra persona. Por lo general, los niños intimidan a una persona más débil o más sola, y repiten las acciones una y otra vez. La intimidación empieza en la escuela primaria y se vuelve más común en los primeros años de la escuela secundaria ("middle school"). En los últimos años de la escuela secundaria, es menos común, pero aún sucede.
La intimidación puede adoptar muchas formas, como:
Las niñas que intimidan tienen más probabilidades de hacerlo de maneras emocionales. Los varones que intimidan suelen hacerlo de manera tanto física como emocional. Por ejemplo:
Tanto los varones como las niñas participan en lo que se conoce como "ciberintimidación". Esta palabra se refiere al uso de dispositivos de alta tecnología para propagar rumores o para enviar mensajes o imágenes hirientes. La intimidación emocional no deja moretones, pero el daño no deja de ser real.
Si usted cree que su hijo está siendo intimidado en la escuela —o que está intimidando a otro niño— adopte medidas para detener el maltrato.
La intimidación es un problema grave para todos los niños involucrados. Los niños que son intimidados tienen más probabilidades de sentirse mal consigo mismos y estar deprimidos. Podrían tener miedo de ir a la escuela o perder interés en hacerlo. A veces, toman medidas extremas, que pueden provocar resultados trágicos. Podrían portar armas, usar la violencia para vengarse o intentar hacerse daño a sí mismos.
Los niños que intimidan a otros tienen más probabilidades de abandonar la escuela, tener problemas con las drogas y el alcohol y violar la ley.
Los niños que intimidan a menudo son fuertes físicamente. Es posible que intimiden a otros niños debido a que les gusta la sensación de poder. Es posible que sean niños que hacen cosas sin pensar y que no sigan las reglas. Estos varones y niñas no han aprendido a pensar acerca de los sentimientos de otras personas.
Los niños que intimidan físicamente a otros a veces provienen de hogares en los que los adultos pelean o se hacen daño. Es posible que se metan con otros niños debido a que ellos mismos han sido intimidados.
Los niños que intimidan necesitan asesoría psicológica. La asesoría puede ayudarles a comprender por qué actúan de esa forma. Y también puede enseñarles a interactuar con otros de maneras más positivas. La asesoría familiar es especialmente útil para estos niños.
Los niños que son intimidados a menudo son callados y tímidos. Es posible que tengan pocos amigos y que les resulte difícil defenderse. Podrían comenzar a pensar que se merecen el maltrato.
A menudo, los niños intimidados están asustados y enfadados. Es posible que no sepan qué hacer. Enséñeles a:
La intimidación se puede detener si las personas prestan atención y adoptan medidas.
Con mucha frecuencia, la intimidación sucede en la escuela y es más común en escuelas en las que no se supervisa bien a los alumnos. Si hay casos de intimidación en la escuela de su hijo, hable con el director o con el vicedirector. Inste a la escuela a adoptar una política contra la intimidación. Todos los niños deberían saber que se disciplinará a aquellos que intimiden a otros. Los niños que son intimidados deberían recibir apoyo y protección.
Como padre o madre, usted puede ayudar a su hijo a participar en nuevos pasatiempos o grupos, como los clubes de la escuela o grupos pastorales juveniles. Formar parte de un grupo puede ayudar a reducir la intimidación. Tener amigos puede ayudar a un niño a tener una mejor imagen de sí mismo.
Los niños pueden ayudar a evitar que se intimide a otros niños. Si eres un niño, no te permitas ser parte del problema.
Los niños que intimidan:nota 1
Muchos niños que intimidan tienen una opinión muy positiva de sí mismos. Les gusta ser admirados. Y a menudo esperan que todas las personas actúen como ellos desean. A menudo, a los niños que intimidan no se les enseña a pensar acerca de cómo sus acciones afectan los sentimientos de otras personas.
Los niños que intimidan corren el riesgo de fracasar en la escuela y abandonarla, y de involucrarse en actos delictivos y peleas en el futuro.nota 1, nota 2 Estos niños también tienen más probabilidades de consumir drogas que los niños que no intimidan.nota 3
Algunos niños intimidan a otros y también son intimidados. Es posible que hayan sido intimidados y que luego ataquen a otras personas. Los niños que intimidan y que también son víctimas consumen alcohol o portan armas con mayor frecuencia que los niños que no son afectados por la intimidación.nota 3
La conducta intimidatoria es una señal de advertencia de que un niño no ha aprendido a controlar su agresión. Un niño que intimida necesita asesoría psicológica para aprender a interactuar con otras personas de manera saludable. La asesoría psicológica profesional puede guiar a un niño en el proceso de descubrir por qué la intimidación es hiriente. Mediante este proceso, un consejero puede alentar a un niño a desarrollar empatía, que significa ser sensible a los sentimientos de otras personas y comprenderlos. En algunos casos, la asesoría psicológica de seguimiento podría involucrar al padre/madre. Se ha demostrado que la asesoría familiar ayuda a reducir la ira y mejora las relaciones interpersonales en los varones que intimidan.nota 4
Los niños que son intimidados tienden a ser:nota 3, nota 5
Los niños que son intimidados no tienen la culpa de los ataques de los que son objeto. Asegúrese de que su hijo comprenda eso.
Los varones tienen más probabilidades que las niñas de ser intimidados de manera tanto física como psicológica.nota 6
En algunos casos, un niño que es intimidado a veces termina intimidando a otros. Estos niños a menudo responden a la intimidación con sentimientos de ansiedad y agresión. Al no saber cómo manejar estos sentimientos, agreden a otros niños que ellos piensan que no se defenderán.
En situaciones extremas, los niños que son intimidados podrían tener un intento de suicidio o atacar de manera violenta a las personas que los intimidaron. Preste atención a las señales de advertencia del suicidio en su hijo, como retraimiento de la familia y de amigos.
Es posible que los niños que se sienten avergonzados de ser intimidados no quieran contarles a sus padres ni a otros adultos acerca de este problema. Busque señales de intimidación, como dificultades relacionadas con el sueño, moretones de origen desconocido, llanto frecuente e inventar excusas para no ir a la escuela. Los niños de la escuela primaria que son intimidados suelen decir que tienen dolor de garganta o un resfriado, que les duele el estómago o que no tienen ganas de comer.
Los niños pueden ayudar a evitar la intimidación si:
Es menos probable que se produzca intimidación cuando los niños están en grupos y están en lugares supervisados por adultos. Pero estas estrategias solo funcionan cuando las escuelas han implementado políticas firmes contra la intimidación. Es necesario que el personal reciba capacitación y apoyo en forma sistemática sobre cómo hacer cumplir dichas políticas.
Los niños que intimidan buscan blancos fáciles. Los intimidadores tienen menos probabilidades de meterse con quienes:
La intimidación se refuerza cuando se la ignora o se la acepta en silencio. Aliente a los niños a defenderse mutuamente. Ayude a su hijo a pensar en maneras de ayudar a alguien que está siendo intimidado. Por ejemplo, usted podría sugerir que un niño diga: "¿Por qué te metes con él? Si crees que eso te hace quedar bien, te equivocas". Otras formas sencillas incluyen negarse a observar la intimidación o a participar en ella. A veces, distraer a un intimidador, empezando una conversación, por ejemplo, puede prevenir una confrontación.
Es posible que a veces sea mucho pedir que defiendan a otra persona. Ayude a su hijo a comprender que, por lo menos, debe contarle a un adulto.
Es normal que los niños se asusten o se enfaden cuando otros niños los intimidan. Pero ellos pueden desalentar ataques mostrando confianza y no reaccionando en forma exagerada.
Los niños no deben luchar con un niño que intimida ni insultarlo en forma oral ni por escrito. Esto podría provocar más agresión y, posiblemente, lesiones graves. Haga que su hijo pida ayuda o encuentre a un adulto o compañero de inmediato si siente que está en peligro.
Los niños que son intimidados en línea o mediante mensajes de texto no deben responder. Lo mejor es que le muestren el mensaje a un adulto y que bloqueen a la persona que lo envió para no recibir más mensajes. Recuérdeles que solo acepten mensajes de personas que conocen.
Dé a su hijo estos consejos para manejar la intimidación cara a cara:
Es posible que a los niños les preocupe hacer que otros niños se enfaden cuando los delatan. Pero exponer el maltrato es la única manera de poner fin al problema. Un niño puede pedir permanecer anónimo cuando informa un incidente.
La intimidación sucede cuando los niños dejan afuera o excluyen a otros. Estas acciones pueden ser sutiles. Pero pueden ser muy hirientes para el niño que recibe el maltrato. Este tipo de intimidación se llama intimidación emocional o social y puede aislar mucho a la persona. También es difícil de manejar debido a que el dolor que causa no es físico y puede ser difícil explicárselo a un adulto.
Las niñas que intimidan tienden a hacerlo de manera social y emocional. Y los varones que intimidan tienden a hacerlo de manera tanto física como emocional. Tanto los varones como las niñas pueden ser objeto de intimidación emocional. Cuchichear y hablar mal de alguien a sus espaldas son técnicas comunes usadas por las niñas que intimidan de esta manera.
Aunque no existe una solución fácil ni absolutamente segura, es posible que probar alguna de las siguientes estrategias ayude.
Al igual que con muchas cuestiones relacionadas con el proceso de crecer, hablar abiertamente acerca de la intimidación antes de que suceda es muy útil para los niños. Enséñele a su hijo cómo reconocer la intimidación y reaccionar ante esta, independientemente de quién sea la víctima. Además, hable acerca de la empatía y dé el ejemplo. Empatía significa ser sensible a los sentimientos de otras personas y comprenderlos. Esto puede ayudar a prevenir que su hijo participe en la intimidación de otros niños.
Los niños en ambos lados de los incidentes de intimidación necesitan ayuda. Los adultos deben reconocer en primer lugar que la intimidación no debe ignorarse. Esto incluye la forma de intimidación que hace que otros se sientan excluidos o rechazados. Ninguna conducta de intimidación debe considerarse parte normal del proceso de crecer.
La intimidación es una conducta abusiva. Si usted es testigo de un caso de intimidación, intervenga y diga algo. Deje en claro que no va a tolerarla. Idealmente, lo primero que debe hacer es formar una alianza con los padres del niño que intimida. Si se enfrenta a ese niño en nombre de su hijo cuando no están sus padres, corre el riesgo de que el niño se ponga a la defensiva. Además, los niños que intimidan a menudo tienen la capacidad de poner a sus padres en contra de usted. No le dé al niño la posibilidad de inventar una versión distinta de la historia real. Y recuerde que es posible que los padres den el ejemplo de las conductas de intimidación del niño.
A menudo, la conducta agresiva empieza en forma temprana en la vida de un niño. Aunque es normal que los niños pequeños se golpeen, peleen y discutan entre sí, la mayoría aprende a controlar estos impulsos. Usted puede ayudar a su hijo a comprender que sus palabras y sus acciones afectan a otras personas. Usted cumple una función importante en hacer que su hijo tome conciencia de los sentimientos de las otras personas.
Es posible que su hijo esté intimidando a otro niño si:
Si usted ve cualquiera de estas conductas, adopte medidas. Hable sobre la situación con su hijo tan pronto como sea posible antes de que la conducta se vuelva rutinaria. Haga preguntas para averiguar qué está pasando en la vida de su hijo. Es posible que su hijo esté siendo intimidado y que esté manejándolo agrediendo a otros niños. O es posible que su hijo aún no sepa la importancia de comprender los sentimientos de otras personas (empatía).
Usted puede ayudar a su hijo fijando reglas, supervisando actividades y dando el ejemplo. Controle su ira y muestre sensibilidad y respeto frente a otras personas. Si un niño intimida, no lo castigue con fuerza física (castigo físico), como las nalgadas. El castigo físico no hace más que fortalecer la creencia de que las personas pueden obtener lo que quieren mediante la agresión.
La Academia Americana de Psiquiatría para Niños y Adolescentes (American Academy of Child and Adolescent Psychiatry) recomienda que los padres de los niños que intimidan busquen la ayuda del maestro de su hijo, del director, del consejero escolar, del pediatra o del médico de familia. Estos profesionales pueden ayudar a evaluar la conducta de su hijo y remitirlo a un psiquiatra, un psicólogo o un consejero licenciado para niños y adolescentes que pueden colaborar con su hijo.
Muchos niños sienten demasiada vergüenza o tienen miedo de decirle a un adulto acerca de la intimidación. Es posible que piensen que involucrar a un adulto solo hará que el problema sea peor. Ayude a preparar a los niños enseñándoles habilidades para la socialización, dando el ejemplo de conductas amistosas y diciéndoles que siempre estará allí cuando lo necesite. Mencione que si algo les molesta, también pueden hablar con el consejero escolar.
Familiarícese con las señales de intimidación, como dolores de cabeza o estomacales frecuentes o no querer ir a la escuela. Además, hágale preguntas a su hijo, como con quién come a la hora del almuerzo o con quién juega durante el recreo. Si intuye que algo está mal, confíe en sus instintos.
Existen muchas maneras en las que puede ayudar a su hijo a manejar la intimidación.
Las escuelas cumplen un papel fundamental para detener la intimidación, debido a que la mayor parte de la agresión sucede dentro de la escuela durante el recreo, en los comedores o en los baños. Las escuelas deben tener programas de tolerancia cero que dejan en claro que no se tolera la intimidación y deben hacerlos cumplir.
Los programas en la escuela pueden ayudar a reducir la intimidación cuando:
Usted puede ayudar a la escuela de su hijo a diseñar políticas sobre la intimidación participando en las organizaciones o asociaciones de padres y maestros (PTO o PTA, por sus siglas en inglés) y ofreciéndose a ayudar a los maestros.
En el aula, los maestros deben dejar en claro que no se tolera la intimidación. Los maestros deben estar preparados para cumplir con lo dicho si sucede un caso de intimidación. Hacerlo envía el mensaje de que los adultos se toman el problema en serio. También aliente a los niños que no participan en la intimidación a informar cualquier incidente que vean.
Pueden organizarse reuniones —juntos o por separado— con los padres de los dos niños involucrados en los incidentes de intimidación.
Los programas en la escuela son solo una parte de un plan más grande para ayudar a los niños a comprender la importancia de tratarse entre sí con amabilidad y respeto.
Citas bibliográficas
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- Vanderbilt D, Augustyn M (2011). Bullying and school violence. In RM Kliegman et al., eds., Nelson Textbook of Pediatrics, 19th ed., online chap. 36.1. Philadelphia: Saunders Elsevier. Available online: http://www.expertconsult.com.
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Revisado: 9 febrero, 2022
Autor: El personal de Healthwise
Evaluación médica:Susan C. Kim MD - Pediatría & Kathleen Romito MD - Medicina familiar & Louis Pellegrino MD - Pediatría del Desarrollo
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