Esta información es producida y suministrada por el Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés). La información en este tema puede haber cambiado desde que se escribió. Para la información más actual, comuníquese con el Instituto Nacional del Cáncer a través del Internet en la página web http://cancer.gov o llame al 1-800-4-CANCER.
El cáncer de endometrio se presenta en mujeres posmenopáusicas con un promedio de edad de 60 años en el momento del diagnóstico. El estrógeno endógeno y exógeno se relacionan con proliferación, hiperplasia y cáncer de endometrio. De manera que los factores de riesgo de cáncer de endometrio son la hiperplasia endometrial, los factores reproductivos (nuliparidad, menarquia precoz y menopausia tardía), el síndrome de ovario poliquístico, la administración posmenopáusica de terapia con estrógenos, la obesidad con aumento de peso en la edad adulta y el uso de tamoxifeno. Las mujeres con síndrome de Lynch tienen un aumento del riesgo de cáncer de endometrio, al igual que las mujeres con un familiar de primer grado con cáncer de endometrio.
Nota: También se dispone de sumarios del PDQ por separado sobre Exámenes de detección del cáncer de endometrio, Tratamiento del cáncer de endometrio, Tratamiento del sarcoma uterino y Genetics of Breast and Gynecologic Cancers (este último en inglés).
Factores con pruebas suficientes de aumento del riesgo de cáncer de endometrio
Hiperplasia endometrial
A partir de pruebas sólidas, la hiperplasia endometrial se relaciona con [1] formación simultánea o posterior de cáncer, esta asociación se reconoció por primera vez en 1932.[2]
Magnitud del efecto: las mujeres con hiperplasia y atipia tienen un riesgo de 40 % de presentar un cáncer simultáneo.[3]
Diseño de estudio: serie de cohorte prospectiva. |
Validez interna: buena. |
Congruencia: buena. |
Validez externa: buena. |
Terapia hormonal con estrógeno: estrógeno sin oposición
A partir de pruebas sólidas, el estrógeno sin oposición se relaciona con un aumento del riesgo de cáncer de endometrio. Si bien es posible eliminar este exceso de riesgo si se agrega una progestina continua a la terapia con estrógeno, esta combinación se relaciona con un aumento del riesgo de cáncer de mama.[4,5,6,7] (Para obtener más información, consultar el sumario del PDQ Prevención del cáncer de seno [mama]).
Magnitud del efecto: el riesgo relacionado de cáncer de endometrio en mujeres que usan estrógeno sin oposición durante 5 años o más es por lo menos 2 veces más alto que el de las mujeres que no usan la hormona, el riesgo aumenta con la duración del uso.
Diseño de estudio: ensayos controlados aleatorizados, estudios de cohortes, y de casos y controles. |
Validez interna: buena. |
Congruencia: buena. |
Validez externa: buena. |
Moduladores selectivos de los receptores de estrógeno
A partir de pruebas sólidas, el uso de tamoxifeno por más de 2 años se relaciona con un aumento del riesgo de cáncer de endometrio.[8] El raloxifeno, un modulador selectivo de los receptores de estrógeno (MSRE) similar no tiene esta relación.[9,10]
Magnitud del efecto: las mujeres que toman tamoxifeno durante más de 2 años tienen un riesgo relativo (RR) de 2,3 a 7,5 veces de cáncer de endometrio, incluso un riesgo alto de carcinoma seroso de útero y carcinosarcoma.[11]
Diseño de estudio: múltiples ensayos controlados aleatorizados. |
Validez interna: buena. |
Congruencia: buena. |
Validez externa: buena. |
Obesidad
A partir de pruebas sólidas, el sobrepeso, la obesidad, el aumento de peso durante la edad adulta y la diabetes se relacionan con un aumento del riesgo de cáncer de endometrio.[12]
Magnitud del efecto: el riesgo de cáncer de endometrio aumenta 1,5 veces por cada 5 kg/m2 de cambio en la masa corporal.[12]
Diseño de estudio: múltiples ensayos controlados aleatorizados. |
Validez interna: buena. |
Congruencia: buena. |
Validez externa: buena. |
Factores con pruebas suficientes de disminución del riesgo del cáncer de endometrio
Aumento del número de partos y lactancia
A partir de pruebas sólidas, el aumento de número de partos y de la duración de la lactancia se relacionan con una disminución del riesgo de cáncer de endometrio.[13]
Magnitud del efecto: las mujeres que tienen hijos presentan una disminución de 35 % en el riesgo de cáncer de endometrio (cociente de riesgos instantáneos, 0,65; intervalo de confianza [IC] 95 %, 0,54–0,77) en comparación con las mujeres nulíparas. La duración de la lactancia también se relaciona con una disminución del riesgo; se observó una disminución del riesgo de 23 % cuando la lactancia dura más de 18 meses. La reducción de riesgo se atenuó cuando se ajustó según el número de partos.[14,15]
Diseño de estudio: estudio de cohorte prospectivo, y estudios de casos y controles. |
Validez interna: buena. |
Congruencia: buena. |
Validez externa: buena. |
Anticonceptivos hormonales: beneficios
A partir de pruebas sólidas, el uso durante por lo menos 1 año de anticonceptivos orales con estrógeno y progesterona disminuye el riesgo de cáncer de endometrio, esta disminución es proporcional a la duración de su uso.[16] Es posible que el riesgo más bajo persista más de 30 años después de suspender los anticonceptivos orales.[16,17]
Diseño de estudio: estudios de casos y controles, y estudios de cohortes. |
Validez interna: buena. |
Congruencia: buena. |
Validez externa: buena. |
Magnitud del efecto: el uso de anticonceptivos orales durante 5 años se relacionó con una reducción del RR de 24 % (cociente de riesgos, 0,76; IC 95 %, 0,73–0,78) que persistió durante más de 30 años. El uso durante 10 años se relacionó con una reducción absoluta del riesgo antes de los 75 años de edad desde 2,3 por 100 mujeres hasta 1,3 por 100 mujeres.
Anticonceptivos hormonales: perjuicios
A partir de pruebas sólidas, el uso actual de anticonceptivos orales combinados se relaciona con un aumento del riesgo de coágulos sanguíneos,[18] accidente cerebrovascular e infarto de miocardio,[19] en especial, en mujeres fumadoras de cigarrillos mayores de 35 años.
Magnitud del efecto: el uso de anticonceptivos orales se relacionó con un aumento absoluto del riesgo de coágulos sanguíneos de 1 caso por 4465 años-persona (IC 95 %, 4095–4797 años-persona). El uso de anticonceptivos orales se relacionó con un aumento en el RR de accidente cerebrovascular e infarto de miocardio de 60 % (cociente de riesgos, 1,6; IC 95 %, 1,3–1,9).
Diseño de estudio: estudios de cohortes, estudios de casos y controles anidados, y estudios de casos y controles. |
Validez interna: buena. |
Congruencia: buena. |
Validez externa: buena. |
Pérdida de peso: beneficios
Las pruebas son insuficientes para determinar si la pérdida de peso se relaciona con una disminución en la incidencia de cáncer de endometrio. A partir de un estudio, la pérdida intencional de peso autonotificada durante tres períodos de edad no se relacionó con una disminución en la incidencia de cáncer de endometrio.[20] La cirugía bariátrica se relaciona con una disminución del riesgo de cáncer de endometrio.[21,22] Después de la cirugía bariátrica, otras afecciones relacionadas con la obesidad, como la diabetes y el síndrome metabólico a menudo también mejoran o se resuelven.
Magnitud del efecto: el RR de cáncer de endometrio en las mujeres que perdieron intencionalmente por lo menos 20 libras fue de 0,93 (IC 95 %, 0,6–1,44). La tasa de incidencia de cáncer de endometrio por 1000 años-persona fue de 1,1 en quienes se sometieron a cirugía bariátrica en comparación con 2 en el grupo de control de personas obesas que recibieron la atención habitual (CRI, 0,56; IC 95 %, 0,35–0,89).
Diseño de estudio: estudios de cohortes prospectivos y retrospectivos. |
Validez interna: buena. |
Congruencia: razonable. |
Validez externa: buena. |
Pérdida de peso: perjuicios
El nombre común de cirugía bariátrica se utiliza para varios procedimientos. La cirugía bariátrica se relaciona con posibles complicaciones quirúrgicas a corto plazo y riesgos a mediano y largo plazo. Las complicaciones quirúrgicas inmediatas incluyen infecciones, tromboembolias venosas, complicaciones respiratorias o cardíacas, derrame por la anastomosis, úlceras marginales, estenosis u obstrucción, y de manera infrecuente, la muerte.[23,24] También se presenta el síndrome de evacuación gástrica rápida y trastornos nutricionales por absorción inadecuada.[25]
Actividad física: beneficios
A partir de pruebas sólidas, el aumento de la actividad física se relaciona con una disminución del riesgo de cáncer de endometrio.[26,27]
Magnitud del efecto: es posible que ejercitarse de manera regular se relacione con una disminución de riesgo de 38 a 46 %, aunque no se ha observado una tendencia hacia la reducción del riesgo con el aumento de la duración y la intensidad del ejercicio.
Diseño de estudio: múltiples estudios de cohortes, y de casos y controles. |
Validez interna: buena. |
Congruencia: razonable. |
Validez externa: buena. |
Tabaquismo: beneficios
A partir de pruebas sólidas, el consumo de cigarrillos se relaciona con una disminución del riesgo de cáncer de endometrio.[28]
Magnitud del efecto: los fumadores tienen una reducción del riesgo de cáncer de endometrio de alrededor de 20 % en estudios prospectivos (RR, 0,81; IC 95 %, 0,74–0,88) y en estudios de casos y controles (oportunidad relativa, 0,72; IC 95 %, 0,66–0,79).[28]
Diseño de estudio: estudios de cohortes prospectivos y estudios de casos y controles. |
Validez interna: buena. |
Congruencia: buena. |
Validez externa: buena. |
Tabaquismo: perjuicios
A partir de pruebas sólidas, el consumo de cigarrillos se relaciona con enfermedad cardiovascular, y cánceres de cabeza y cuello, pulmón, vejiga y páncreas. Los fumadores de cigarrillos tiene una disminución de la esperanza de vida de por lo menos 10 años en comparación con los no fumadores.[29]
Intervenciones con pruebas suficientes de ausencia de relación con el cáncer de endometrio
Frutas, vegetales y vitaminas
No hay suficiente comprobación científica sobre la ausencia de asociación entre el cáncer de endometrio y la alimentación o la ingesta de vitaminas.[30,31,32,33,34]
Diseño de estudio: estudios de cohortes, y de casos y controles. |
Validez interna: buena. |
Congruencia: buena. |
Validez externa: buena. |
Referencias:
Incidencia y mortalidad
El cáncer de endometrio es el cáncer ginecológico invasivo más común en las mujeres estadounidenses; el número estimado de casos nuevos previstos para el 2021 es de 66 570.[1] Esta enfermedad afecta de manera primaria a mujeres posmenopáusicas con un promedio de edad de 60 años en el momento del diagnóstico.[2] En los Estados Unidos se estima que alrededor de 12 940 mujeres morirán por cáncer de endometrio en 2021. Desde mediados de la década de 2000, las tasas de incidencia del cáncer de endometrio aumentaron cerca de 1 % por año. Entre 2009 y 2018, las tasas de mortalidad por cáncer de endometrio aumentaron cerca de 2 % por año.[1] La mayor mortalidad por cáncer de endometrio en las mujeres afroamericanas en comparación con las mujeres blancas se atribuye solo en parte a los problemas socioeconómicos que dificultan el acceso a la atención médica.[3,4]
En comparación con la incidencia en mujeres estadounidenses blancas, la incidencia de cáncer de endometrio es menor en las mujeres estadounidenses de ascendencia japonesa (riesgo relativo [RR], 0,6; intervalo de confianza [IC] 95 %, 0,46–0,83) y en las mujeres estadounidenses latinas (RR, 0,63; IC 95 %, 0,46–0,87), pero no en las mujeres afroamericanas (RR, 0,76; IC 95 %, 0,53–1,08) ni en las mujeres nativas de Hawái (RR, 0,92; IC 95 %, 0,58–1,46).[5] Cuando la incidencia se corrigió según la prevalencia de histerectomía en las mujeres de Estados Unidos, la incidencia de todos los subtipos histológicos de cáncer de endometrio aumentó cerca de 2 % por año entre 2000 y 2015 en las mujeres negras no hispanas, asiáticas o isleñas del pacífico no hispanas e hispanas; sin embargo, no cambió en las mujeres blancas no hispanas.[6] La incidencia de cáncer de endometrio de tipo endometrioide aumentó 1 a 2 % en todos los subgrupos raciales y étnicos excepto en las mujeres blancas no hispanas, en quienes permaneció estable durante el mismo periodo. La incidencia más alta en todos los subgrupos raciales y étnicos se presentó en los subtipos histológicos no endometrioides y fue de cerca de 2 % en las mujeres no hispanas, 3 % en las mujeres negras no hispanas y 4 % en las mujeres asiáticas o isleñas del pacífico no hispanas, así como en las hispanas. Estos hallazgos contradicen la suposición de que el aumento en la incidencia de cáncer de endometrio es consecuencia de la epidemia de la obesidad, en cuyo caso se esperaría un aumento en la incidencia de los subtipos endometrioides en lugar de los subtipos no endometrioides.[6]
El riesgo de cáncer de endometrio se relaciona con factores endógenos y exógenos vinculados a los efectos estrogénicos.[7,8,9] Por lo tanto, los factores de riesgo del cáncer de endometrio incluyen factores reproductivos, como la nuliparidad, la menarquia temprana y la menopausia tardía, además de la obesidad, la ganancia de peso durante la edad adulta, el síndrome de ovario poliquístico, el uso de estrógeno después de la menopausia y el uso de tamoxifeno.
Las mujeres con síndrome de Lynch tienen un riesgo durante toda la vida más alto de cáncer de endometrio de hasta 60 %.[10] (Para obtener más información sobre el riesgo heredado, consultar el sumario en inglés del PDQ Genetics of Breast and Gynecologic Cancers).
Factores con pruebas insuficientes de aumento del riesgo de cáncer de endometrio
Estrógeno endógeno
Los factores reproductivos que prolongan la exposición al estrógeno endógeno, como la menarquia prematura, la nuliparidad y la menopausia tardía, se relacionan con un aumento del riesgo de cáncer de endometrio. La menarquia precoz en comparación con la menarquia tardía se relacionó con 39 % de aumento relativo en el riesgo de cáncer de endometrio en las participantes de una investigación prospectiva europea sobre cáncer y nutrición.[11] En el mismo estudio, la menopausia tardía y la nuliparidad se relacionaron con un aumento del riesgo de 2,2 veces y 1,6 veces, respectivamente. Hay otros factores relacionados con el aumento del riesgo, como la obesidad y el síndrome de ovario poliquístico, que tal vez también obedecen a la exposición más prolongada al estrógeno.[9] El síndrome de ovario poliquístico se relacionó con un aumento de tres veces en el riesgo de cáncer de endometrio en un metanálisis.[12]
Terapia hormonal posmenopáusica
En 1975 se informó sobre una relación entre la terapia de reemplazo de estrógeno en la posmenopausia y el cáncer de endometrio; [13] esto se confirmó poco después.[14,15] En los tres estudios, el riesgo relativo general osciló entre 4,5 y 8,0. En estudios posteriores se documentó una relación con el tiempo de uso de la terapia (10 a 30 veces al cabo de 5 años de uso o más),[16,17,18,19] estos efectos persistieron más de 10 años después de 1 año de uso.[20] Cuando se publicaron estos hallazgos, hubo una reducción drástica en las prescripciones de estrógeno, seguida de un rápido descenso en la incidencia de cáncer de endometrio.[21]
Desde hace tiempo se sabe que el estrógeno en la posmenopausia se relaciona con riesgo de hiperplasia endometrial que a menudo es precursora de cáncer de endometrio.[22] Asimismo, se sabe que los progestágenos son eficaces para el tratamiento de las neoplasias malignas de útero.[23,24,25] Por lo tanto, se observó que el uso de una terapia hormonal combinada de estrógeno y progesterona durante la posmenopausia evita el aumento del riesgo de cáncer de endometrio vinculado con el estrógeno sin oposición y de hecho reduce el riesgo en 35 %.[26] La tibolona, un esteroide sintético con efectos estrogénicos, progesterónicos y androgénicos se relacionó con aumento en la tasa de incidencia de cáncer de endometrio de 3,56 (IC 95 %, 3,08–4,69) para las mujeres que toman este medicamento en comparación con quienes nunca lo han tomado. La tibolona se aprobó para el tratamiento de los síntomas menopáusicos y para prevenir la osteoporosis en muchos países. No obstante, no está autorizado el uso en Canadá ni en los Estados Unidos. Otras terapias combinadas de estrógeno y progestina también podrían aumentar el riesgo de cáncer de mama, por lo tanto se deben sopesar los riesgos y beneficios.[27,28] El exceso de riesgo absoluto de cáncer de mama atribuible al estrógeno y las progestinas en un ensayo aleatorizado de una terapia combinada de estrógeno y progestina versus ausencia de reemplazo hormonal del estudio Women's Health Initiative (WHI) fue de 8 casos más de cáncer de mama invasivo por cada 10 000 años-persona.[28]
Moduladores selectivos de los receptores de estrógeno: tamoxifeno y raloxifeno
El tamoxifeno y el raloxifeno son moduladores selectivos de los receptores de estrógeno (MSRE), fármacos con efectos agonistas y antagonistas estrogénicos en diferentes órganos de actuación. La relación entre el cáncer de endometrio y el tamoxifeno se reconoció por primera vez en 1985, cuando se describieron tres casos de este cáncer en mujeres que recibieron tamoxifeno para el cáncer de mama.[29] Desde entonces, se ha confirmado esta relación por medio de ensayos clínicos aleatorizados de tamoxifeno para el tratamiento y la prevención del cáncer de mama [30,31,32,33] y en estudios de casos y controles, observacionales y de laboratorio.
En el National Surgical Adjuvant Breast and Bowel Project, Breast Cancer Prevention Trial P-1 Study de mujeres con riesgo alto de cáncer de mama invasivo, se demostró que el tamoxifeno disminuyó la incidencia de cáncer de mama en 49 %, pero se confirmó un aumento de la incidencia de cáncer de endometrio. La tasa anual fue de 2,2 por 1000 mujeres que recibieron tamoxifeno versus 0,68 casos por 1000 mujeres que recibieron placebo. El aumento significativo en el riesgo se restringió a las mujeres de 50 años o más en el momento de comenzar el estudio. De los 53 casos de cáncer invasivo que se diagnosticaron en este ensayo, 52 estaban en estadio I.[34] También se observó una relación del uso de tamoxifeno con subtipos histológicos de riesgo alto y una oportunidad relativa (OR) de 3,2 para el carcinoma seroso de útero y de 5,4 para el carcinosarcoma de útero; sin embargo, el riesgo absoluto de estos tipos histológicos infrecuentes permaneció bajo.[35]
El raloxifeno es un MSRE de segunda generación aprobado para la profilaxis de la osteoporosis posmenopáusica. A diferencia del tamoxifeno, este no tiene un efecto estrogénico en el útero. Después de 40 meses de seguimiento, en el ensayo aleatorizado Multiple Outcomes of Raloxifene, se observó que el raloxifeno redujo el riesgo de cáncer de mama positivo para el receptor de estrógeno, sin aumentar el riesgo de cáncer de endometrio (RR, 0,8; IC 95 %, 0,2–2,7).[36] En un estudio poblacional de casos y controles con 547 mujeres de cáncer de endometrio y 1410 controles, se notificó una reducción del riesgo de cáncer de endometrio con raloxifeno (OR, 0,50; IC 95 %, 0,29–0,85) y se confirmó aumento del riesgo relacionado con el uso de tamoxifeno.[37]
Obesidad, aumento de peso, síndrome metabólico y diabetes
El índice de masa corporal (IMC) elevado, la obesidad y el aumento de peso se relacionan con incremento en el riesgo de cáncer de endometrio. Uno de los posibles mecanismos de la relación observada es una concentración elevada de estrona sérica en mujeres obesas como resultado de la aromatización de la androstenediona en el tejido adiposo, lo que aumenta la producción de estrógeno.[38] De manera alternativa, la obesidad se relaciona con una reducción de las concentraciones de la globulina de fijación a las hormonas sexuales (SHBG), lo que quizás proteja contra el cáncer de endometrio al disminuir el estrógeno biodisponible.[39] La obesidad se relaciona con muchos factores conocidos por aumentar el riesgo de cáncer de endometrio, como adiposidad en la parte superior o central del cuerpo, síndrome de ovario poliquístico e inactividad física.[40,41]
El peso corporal es un factor de riesgo modificable responsable de una proporción importante de casos de cáncer de endometrio en todo el mundo. En un estudio realizado en países europeos, se calculó que entre 26 y 47 % de los casos de cáncer de endometrio se pueden atribuir al sobrepeso y la obesidad. El mismo grupo llevó a cabo un metanálisis de 12 estudios (5 de cohortes y 7 de casos y controles), en el que examinó la relación entre la obesidad y el cáncer de endometrio. En 11 de 12 estudios se concluyó que hay una relación directa entre el cáncer de endometrio y el exceso de peso.[42]
Los RR relacionados con la obesidad oscilan entre 2 y 10. En algunos estudios se observa que el peso de la parte superior y central del cuerpo confiere un riesgo más alto que el peso corporal periférico, incluso tras considerar el IMC.[43,44,45] No obstante, en otros estudios no se ha logrado confirmar dicha relación. En varios estudios se observó que hay una relación más estrecha entre el cáncer de endometrio y la obesidad cerca del momento del diagnóstico en comparación con la obesidad en épocas anteriores de la vida.[46,47,48,49] Se observó un aumento del riesgo en todas las mediciones de adiposidad, como el IMC, la circunferencia de la cintura, la proporción cintura-cadera y el aumento de peso.[50]
En un metanálisis de estudios prospectivos, se observó que por cada aumento de 5 kg de peso durante la edad adulta el RR fue de 1,39 (IC 95 %, 1,29–1,49) en las mujeres que no usaban terapia hormonal (TH) y de 1,09 (IC 95 %, 1,02–1,16) en las mujeres usuarias de TH.[51] En otro metanálisis también se observó una fuerte relación entre el IMC y el riesgo de cáncer de endometrio en mujeres que nunca recibieron TH en comparación con las que la usaron alguna vez.[52]
En un metanálisis en el que se examinó la relación entre el síndrome metabólico y el cáncer de endometrio, se observó un aumento del riesgo vinculado con el síndrome metabólico (RR, 1,89; IC 95 %, 1,34–2,67) y con cada componente del síndrome (IMC o circunferencia de la cintura, presión arterial y concentraciones de triglicéridos), excepto la concentración baja del colesterol de las lipoproteínas de alta densidad.[53] En un metanálisis de estudios de relación entre diabetes y cáncer, el cáncer de endometrio se relacionó con un cociente de riesgos instantáneos (CRI) de alrededor de 2.[54] No obstante, los datos de WHI indican que la relación entre la diabetes y el cáncer de endometrio se debe en gran parte al riesgo por obesidad.[55]
Predisposición genética
Las mujeres con afecciones hereditarias, como el síndrome de Lynch, el síndrome de Cowden y el síndrome de ovario poliquístico tienen un aumento en el riesgo de cáncer de endometrio. (Para obtener más información en inglés, consultar los sumarios del PDQ Genetics of Breast and Gynecologic Cancers y Genetics of Colorectal Cancer). Sin embargo, además de los síndromes hereditarios con genes con penetrancia alta, los antecedentes familiares de cáncer de endometrio en una familiar de primer grado también se vinculan con un aumento del riesgo de cáncer.[56] En un metanálisis que incluyó estudios de casos y controles y estudios de cohortes, se observó un aumento de riesgo de 1,82 (IC 95 %, 1,65–1,98) relacionado con antecedentes de cáncer de endometrio en una familiar de primer grado con un cálculo del riesgo absoluto acumulado de cerca de 3 % (IC 95 %, 2,8–3,4 %).[56]
Es posible que este riesgo familiar sea consecuencia de predisposición genética hereditaria, así como de otros factores comunes en las familias, como la cultura compartida o los comportamientos aprendidos.
Factores con pruebas suficientes de disminución del riesgo del cáncer de endometrio
Aumento del número de partos y lactancia
La disminución del riesgo del cáncer de endometrio se relaciona con el número de partos y la lactancia, tal vez al inhibir la ovulación. En la European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition, se observó una disminución de riesgo relacionada con el número de partos en comparación con mujeres nulíparas (CRI, 0,65; IC 95 %, 0,54–0,77) con una tendencia hacia la disminución del riesgo al aumentar el número de embarazos a término (P < 0,0001).[11] En datos agrupados de 17 estudios del Epidemiology of Endometrial Cancer Consortium se indicó que entre mujeres con hijos (después de ajustar por edad, paridad, uso y duración de uso de anticonceptivos orales, IMC y nivel de escolaridad) se encontró una reducción del riesgo de cáncer de endometrio de 11 % en las mujeres que notificaron haber amamantado (OR agrupado, 0,89; IC 95 %, 0,81–0,98).[57] La reducción del riesgo relacionada con el aumento en la duración total de la lactancia no fue linear. Si bien la mayor reducción en el riesgo se presentó después de una duración total de lactancia mayor a 36 meses (OR agrupado ajustado, 0,67; IC 95 %, 0,53–0,83), para los casos de lactancia individual, amamantar un niño más de 3 meses se relacionó con una reducción del riesgo de 5 % (OR agrupado ajustado, 0,95; IC 95 %, 0,91–0,99).[57]
Anticonceptivos hormonales
La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos aprobó los anticonceptivos orales por primera vez en 1960, y durante muchos años fueron la principal forma de anticoncepción hormonal. De manera reciente, la anticoncepción hormonal se ha ampliado para incluir los parches transdérmicos o los anillos vaginales combinados, las inyecciones y los anticonceptivos reversibles de acción prolongada con progesterona como los implantes de una barra y los dispositivos intrauterinos (DIU).[58]
El uso de anticonceptivos orales confiere una reducción a largo plazo del riesgo de cáncer de endometrio. En un estudio poblacional grande del Reino Unido se recabó de manera prospectiva información sobre el uso de anticonceptivos orales en 46 022 mujeres que se siguieron durante 44 años. En este estudio, después de ajustar por edad, paridad, tabaquismo y clase social, las usuarias de píldoras anticonceptivas orales combinadas de estrógeno y progesterona tuvieron un incremento del cociente de tasas de incidencia de 0,66 (IC 95 %, 0,48–0,89) en comparación con las mujeres que nunca usaron este tipo de anticonceptivos orales.[59] El beneficio de usar la píldora anticonceptiva oral se relaciona con la duración del uso: se notificó un mayor beneficio en las mujeres obesas, fumadoras activas, aquellas que se ejercitaban muy poco y que usaron anticonceptivos orales durante 10 años o más.[60] En un metanálisis en el que se combinaron datos de 36 estudios epidemiológicos de 27 276 mujeres, se observó una reducción del riesgo de 0,76 (IC 95 %, 0,73–0,78) por cada 5 años de uso. El riesgo más bajo persistió durante más de 30 años después de suspender los anticonceptivos orales.[59,61] En las mujeres de países muy desarrollados, el uso de anticonceptivos orales durante 10 años se vinculó con una reducción absoluta del riesgo de cáncer de endometrio antes de los 75 años de edad de 2,3 a 1,3 por 100 mujeres.[61]
En datos se indica que el uso de sistemas intrauterinos liberadores de levonorgestrel (DIU-LNG) se relacionan con una disminución estadísticamente significativa en el riesgo de cáncer de endometrio. El uso de DIU-LNG es un tratamiento eficaz para la hiperplasia endometrial, que en algunos casos es un precursor de cáncer de endometrio y cáncer de endometrio de riesgo bajo en estadio temprano.[62,63,64]. En un estudio prospectivo de cohorte poblacional en Noruega se evaluó una cohorte de 104 380 mujeres, que incluyó a 9146 mujeres que notificaron nunca haber usado DIU-LNG. La tasa de incidencia de cáncer de endometrio por 100 000 años-persona fue de 13,9 en las mujeres que usaron DIU-LNG (IC 95 %, 7,8–23,0) en comparación con 70,0 (IC 95 %, 65,4–74,9) en las mujeres que nunca usaron DIU-LNG. Después de ajustar por edad y estado menopáusico al inicio del seguimiento, IMC, grado de actividad física, uso de píldoras anticonceptivos orales y paridad, el RR de cáncer de endometrio fue de 0,22 (IC 95 %, 0,13–0,40) para las mujeres que usaron DIU-LNG.[65] En un estudio de cohorte observacional nacional en Finlandia, se identificaron a las mujeres que usaron DIU-LNG para el tratamiento de menorragia entre 1994 y 2007 usando los registros administrativos vinculados con el Finnish Cancer Registry.[66] En este estudio, 93 843 usuarias de DIU-LNG se siguieron durante 855 324 años-mujeres. La razón de incidencia estandarizada para cáncer de endometrio después de por lo menos la compra de un DIU-LNG fue de 0,46 (IC 95 %, 0,33–0,64; 37 casos observados en comparación con 80 casos previstos). Aunque no hubo diferencia estadísticamente significativa, la razón de incidencia estandarizada disminuyó más en las mujeres que compraron dos DIU-LNG (0,25; IC 95 %, 0,05–0,73; 3 casos observados en comparación con 12 casos previstos). Estos datos representan un intento por demostrar un efecto de la dosis, porque DIU-LNG se considera eficaz durante 5 años.
Pérdida de peso
Si bien se sabe que la obesidad se relaciona con un aumento del riesgo de cáncer de endometrio, solo en un estudio se examinó el posible beneficio de la pérdida de peso intencional. En el Iowa Women's Health Study (IWHS) de 21 707 mujeres en la posmenopausia,[67] las participantes completaron un cuestionario autonotificado sobre pérdida de peso intencional entre los 18 y 39 años, entre los 40 y 54 años, y después de los 55 años. En modelos multivariantes ajustados por edad, IMC e IMC2 , no se encontró relación entre la incidencia de cáncer de endometrio y la pérdida de peso intencional de al menos 20 libras (RR, 0,93; IC 95 %, 0,60–1,44). Sin embargo, en un análisis de 36 793 mujeres de la cohorte de la WHI [68] , cuyo peso medido al principio y a los 3 años de seguimiento se combinó con la autonotificación de pérdida de peso intencional, se observó una relación entre la pérdida de peso intencional de 10 libras o más, y una incidencia más baja de cáncer de endometrio (RR multivariante ajustado, 0,61; IC 95 %, 0,40–0,92).
Ambos análisis comparten limitaciones importantes. La ausencia de datos de las covariables resultó en la exclusión de casi 25 % de las participantes de cada estudio; solo porcentajes pequeños de las participantes restantes (17 % del WHS y 8 % del WHI) se clasificaron en la categoría de pérdida de peso intencional; ello produjo un número muy bajo de casos de cáncer de endometrio para llevar a cabo los análisis. En ambos estudios se utilizó la autonotificación para caracterizar la intencionalidad de la pérdida de peso, lo que puede conducir a una clasificación errónea potencial, aunque la naturaleza retrospectiva del cuestionario de la IWHS hace que el problema sea más grave en ese análisis. Ambos análisis se ajustaron según la actividad física autonotificada y el estado de tabaquismo, entre otras covariables. Con un número tan pequeño de casos y debido al potencial de confusión residual, los resultados contradictorios de estos dos análisis indican que no hay suficiente comprobación científica como para concluir que la pérdida de peso protege contra el cáncer de endometrio.
La cirugía bariátrica se relaciona con una pérdida de peso más sostenida en comparación con las intervenciones no quirúrgicas para la pérdida de peso.[69] Hay datos probatorios que indican una relación entre la cirugía bariátrica y una reducción del riesgo de cáncer de endometrio.[70,71,72] En un estudio prospectivo de cohorte de Suecia, se hizo seguimiento durante una mediana de 18,1 años a 1420 mujeres obesas que se sometieron a cirugía bariátrica y 1447 controles emparejados que se sometieron a tratamiento convencional para la obesidad.[70] La media de pérdida de peso después de la cirugía bariátrica fue de 21 kg en 10 años, en comparación con casi ningún cambio en el peso en el grupo de atención habitual. En este estudio, la cirugía bariátrica se relacionó con una reducción del riesgo de cáncer de endometrio (CRI, 0,56; IC 95 %, 0,35–0,89). Cabe destacar, que este resultado no fue un criterio de valoración predeterminado ni con potencia suficiente para evaluar la incidencia de cáncer. En un estudio retrospectivo de cohorte del sistema de atención médica de Kaiser Permanente se evaluaron 22 198 personas sometidas a cirugía bariátrica y 66 427 personas que no se sometieron a cirugía emparejadas según el sexo, la edad, el sitio de estudio, el IMC y el índice de comorbilidad de Elixhauser.[71] Más de 80 % de la cohorte era de sexo femenino. Después de una media de seguimiento de 3,5 años, hubo una reducción de 50 % en la incidencia de cáncer de endometrio (CRI, 0,50; IC 95 %, 0,37–0,67) en la cohorte sometida a cirugía bariátrica. En una revisión sistemática, que incluyó 5 estudios observacionales con grupo de control se notificó reducción en la probabilidad de presentar cáncer de endometrio después de cirugía bariátrica (OR, 0,32; IC 95 %, 0,16–0,63).[72] En un estudio retrospectivo de cohorte grande realizado en Inglaterra, en el que se siguieron pacientes durante una mediana de 3 años en el grupo de cirugía y 2,5 años en el grupo que no se sometió a cirugía, no se encontraron diferencias en la relación de la cirugía bariátrica con una reducción del riesgo de cáncer de endometrio en comparación con los controles obesos.[73] La relación de la cirugía bariátrica y la disminución en la incidencia de cáncer de endometrio quizás se explique por los efectos secundarios de la pérdida de peso. En un estudio, las mujeres sometidas a cirugía bariátrica tuvieron una reducción de 35 % en la concentración sanguínea de estradiol 1año después de la cirugía.[74] La cirugía bariátrica también se relacionó con retorno del ciclo menstrual normal en una proporción alta de mujeres que tenían irregularidades en el ciclo menstrual.[75]
Actividad física
En un metanálisis se combinaron datos de estudios prospectivos de actividad recreativa (nueve estudios) y actividad ocupacional (cinco estudios) para determinar si la actividad física se relaciona con el cáncer de endometrio.[76] La categoría más alta versus la categoría más baja de actividad recreativa se vinculó con un RR de cáncer de endometrio de 0,73 (IC 95 %, 0,58–0,93); el RR de cáncer de endometrio en la categoría más alta y en la más baja de actividad física ocupacional, de acuerdo con la clasificación laboral, fue de 0,75 (IC 95 %, 0,68–0,83). Al extender la investigación usando el equivalente metabólico (MET) y combinando datos de estudios de casos y controles y de estudios de cohortes, se reveló una disminución del riesgo de cáncer de endometrio con actividades en el intervalo de hasta 50 horas de MET por semana (hasta 15 horas/semanas).[51]
Tabaquismo
Las fumadoras de por lo menos 20 cigarrillos por día tienen una disminución del riesgo de cáncer de endometrio, con una mayor reducción del riesgo en mujeres posmenopáusicas y en los fumadores actuales. Este efecto se observó en estudios prospectivos de cohorte y en estudios de casos y controles, y se resumió en un metanálisis.[77] Los numerosos daños bien documentados del tabaquismo son más evidentes en cuanto al aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares y otros tipos de cáncer, hasta el punto que los fumadores tienen por lo menos una disminución de 10 años en la esperanza de vida, en comparación con los no fumadores.[78]
Intervenciones con pruebas insuficientes de una relación con el cáncer de endometrio
Frutas, vegetales y vitaminas
Los estudios sobre la relación entre el cáncer de endometrio y la alimentación, los fitoestrógenos y la vitamina D han tenido resultados negativos.[79,80,81,82,83,84] El uso de multivitamínicos tiene poca o ninguna influencia en el riesgo de cánceres comunes, como el cáncer de endometrio, o en la mortalidad total de las mujeres posmenopáusicas.[85]
Referencias:
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PDQ® sobre los exámenes de detección y la prevención. PDQ Prevención del cáncer de endometrio. Bethesda, MD: National Cancer Institute. Actualización: <MM/DD/YYYY>. Disponible en: https://www.cancer.gov/espanol/tipos/uterino/pro/prevencion-endometrio-pdq. Fecha de acceso: <MM/DD/YYYY>.
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Última revisión: 2021-07-15
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