Generalidades del tratamiento
La terapia electroconvulsiva (ECT, por sus siglas en inglés) es un procedimiento que se utiliza para tratar la depresión grave. Puede ser utilizada en personas que tienen síntomas como episodios de delirio, alucinaciones o pensamientos suicidas, o cuando otros tratamientos como la psicoterapia y los antidepresivos no han dado resultado. También se usa para otras afecciones psiquiátricas y neurológicas, como la esquizofrenia y la enfermedad de Parkinson.
Antes de la ECT, se le da anestesia para inducirle un estado somnoliento y se le dan medicamentos para relajarle los músculos. A continuación se envía brevemente una corriente eléctrica al cerebro a través de electrodos colocados en las sienes o en otra parte de la cabeza, según la afección y el tipo de ECT. La estimulación eléctrica, la cual dura hasta 8 segundos, produce una alteración breve de la actividad eléctrica cerebral. Debido a la anestesia, la alteración de la actividad eléctrica relacionada con la ECT no hace que el cuerpo tenga convulsiones.
No se sabe precisamente cómo ayuda esta estimulación cerebral a tratar la depresión. La ECT probablemente actúe alterando las sustancias químicas del cerebro (en forma similar a los medicamentos), incluyendo los neurotransmisores como la serotonina, las sustancias analgésicas (que alivian el dolor) naturales llamadas endorfinas y las catecolaminas como la adrenalina.
Los tratamientos con ECT suelen hacerse 2 o 3 veces a la semana por 2 o 3 semanas. Los tratamientos de mantenimiento pueden hacerse una vez cada semana, disminuyendo gradualmente a una vez al mes. Pueden continuarse por varios meses hasta un año, para reducir el riesgo de recaídas. La ECT suele darse en combinación con medicamentos, psicoterapia, terapia familiar y terapia conductual.