Cáncer de tiroides diferenciado (papilar o folicular)
Factores de riesgo
Los factores de riesgo del cáncer de tiroides diferenciado en pediatría son los siguientes:
- Exposición a la radiación. Hay una frecuencia excesiva de adenomas y carcinomas de tiroides papilares después de la exposición a la radiación, debido a contaminación ambiental o por el uso de radiación ionizante para diagnóstico o tratamiento.[1,2,3,4] El riesgo aumenta después de la exposición a una dosis media de más de 0,05 Gy a 0,1 Gy (50–100 mGy), sigue un patrón lineal de dosis-respuesta hasta los 30 Gy y luego disminuye. El riesgo de cáncer de tiroides después de la exposición a la radiación es mayor cuando esta se produce a una edad más temprana, y el riesgo persiste más de 45 años después de haber ocurrido.[4,5] Los sobrevivientes de cáncer infantil que después presentan carcinomas de tiroides diferenciados tienden a tener, en promedio, tumores más pequeños y, con mayor frecuencia, enfermedad bilateral. Sin embargo, no se han documentado diferencias en la incidencia de complicaciones quirúrgicas, tasa de recidiva o muerte relacionada con la enfermedad entre los sobrevivientes y los controles.[6] Para obtener más información, consultar la sección Neoplasias subsiguientes en Efectos tardíos del tratamiento anticanceroso en la niñez.
El carcinoma de tiroides papilar es el de carcinoma de tiroides que se diagnostica con más frecuencia después de la exposición a la radiación.[5] A menudo se encuentran alteraciones moleculares, incluso reordenamientos intracromosómicos; entre estos, los reordenamientos de RET son los más comunes.[5]
- Nódulo tiroideo y tiroiditis autoinmunitaria. En un estudio de 485 nódulos en 385 niños que se sometieron a aspiración con aguja fina, se observó cáncer de tiroides en 108 nódulos (24 %). La tiroiditis autoinmunitaria, que se observó en 95 pacientes (25 %), se relacionó de manera independiente con un aumento del riesgo de cáncer de tiroides (oportunidad relativa [OR], 2,19; intervalo de confianza [IC] 95 %, 1,32–3,62). El carcinoma de tiroides papilar fue más frecuente que el carcinoma de tiroides folicular. Entre los carcinomas de tiroides papilares, la tiroiditis autoinmunitaria estaba relacionada de manera importante con la variante esclerosante difusa (OR, 4,74; IC 95 %, 1,33–16,9).[7]
- Factores genéticos. Los factores genéticos desempeñan una función importante en un subgrupo de carcinomas tiroideos. En el caso de los carcinomas de células foliculares, solo el 5 % al 10 % son cánceres familiares. Entre ellos, la mayoría de los casos familiares son asindrómicos, mientras que una minoría ocurre en el contexto de síndromes de cáncer bien definidos con alteraciones de la línea germinal conocidas, como los siguientes:[8,9]
- Poliposis relacionada con APC.
- Complejo de Carney.
- Síndrome de hamartoma tumoral PTEN.
- Síndrome de Werner.
- Síndrome DICER1.
Cuadro clínico inicial y factores pronósticos
Los pacientes con cáncer de tiroides por lo general presentan una masa tiroidea con adenopatía cervical indolora o sin ella.[10] Según los antecedentes médicos y familiares y los hallazgos clínicos, es posible que el cáncer de tiroides forme parte de un síndrome de predisposición tumoral, como la poliposis relacionada con APC, el síndrome de hamartoma tumoral PTEN, el complejo de Carney, el síndrome de Werner o el síndrome DICER1.[8,9]
En el cáncer de tiroides bien diferenciado, se encontró que el sexo masculino, el tamaño tumoral más grande y las metástasis a distancia son factores pronósticos importantes de mortalidad temprana. Sin embargo, incluso los pacientes del grupo de riesgo más alto que presentaron metástasis a distancia tuvieron una tasa de supervivencia del 90 %.[11]
Además, se notificaron las siguientes observaciones:
- En un estudio transversal en el que participaron el 20 % de los hospitales comunitarios de los Estados Unidos, se comparó el cuadro clínico inicial de 644 casos pediátricos con el de más de 43 000 casos en adultos. En comparación con los adultos, los niños presentaron una proporción más alta de compromiso ganglionar (31,5 % en niños vs. 14,7 % en adultos) y metástasis pulmonares (5,7 % en niños vs. 2,2 % en adultos).[10]
- La edad más joven se relaciona con una presentación clínica más maligna del carcinoma de tiroides diferenciado. Las tasas de recidiva más altas se relacionaron con una edad más joven en el momento de la presentación.[12]
- El tamaño tumoral más grande (>1 cm), la diseminación extratiroidea y la enfermedad multifocal se relacionaron con un aumento del riesgo de metástasis ganglionares.[13]
- Los niños prepúberes presentan un cuadro clínico inicial más maligno en comparación con los adolescentes en etapa puberal; además, los niños tienen un grado más alto de diseminación extratiroidea, compromiso de ganglios linfáticos y metástasis pulmonares. Sin embargo, los desenlaces son similares entre los grupos de niños prepuberales y adolescentes.[14,15,16]
- En un análisis de un registro francés, se observaron desenlaces similares en niños y jóvenes que presentaron carcinoma de tiroides papilar después de recibir radioterapia en comparación con niños y jóvenes con carcinoma de tiroides papilar espontáneo. Sin embargo, los pacientes que recibieron antes irradiación en la tiroides por una enfermedad benigna tuvieron más tumores invasivos y compromiso ganglionar.[17]
- En estudios retrospectivos, las fusiones génicas tumorales de RET, ALK y NTRK se relacionaron con características clínicas de riesgo alto.
- En un estudio de 106 pacientes pediátricos, 80 presentaron alteraciones genómicas identificables, entre ellas 31 tenían oncogenes de fusión (21 con RET, 6 con ALK y 4 con NTRK). Los pacientes con tumores positivos para una fusión eran más jóvenes (edad <10 años, 93 %); presentaron una proporción más alta de tumores grandes (>2 cm), diseminación extratiroidea, metástasis ganglionar y pulmonar; y tuvieron una incidencia más alta de enfermedad recidivante o persistente que los pacientes con tumores con alteración en BRAF. La expresión de SLC5A5 (que codifica la proteína cotransportadora de sodio y yodo, un determinante importante de la avidez por yodo I 131 [131I]) disminuyó en niños con carcinomas de tiroides papilares positivos para fusiones y en 2 pacientes con enfermedad resistente al 131I que albergaban fusiones génicas de NTRK y RET, respectivamente. La administración de larotrectinib y selpercatinib produjo respuestas tumorales y restauró la absorción de yodo radiactivo, lo que subraya la importancia de las pruebas moleculares en pacientes pediátricos con cáncer de tiroides papilar.[18]
- En un segundo estudio, 131 pacientes pediátricos se clasificaron en 3 grupos: con alteración de RAS (HRAS, KRAS o NRAS), con alteración de BRAF (BRAF V600E) y con fusiones génicas de RET o NTRK (fusiones de RET, NTRK1 o NTRK3).[19] Los pacientes con fusiones génicas de RET o NTRK tuvieron una probabilidad significativamente mayor de presentar enfermedad ganglionar avanzada y metástasis a distancia, y menos probabilidad de lograr la remisión al cabo de 1 año, en comparación con los pacientes de los grupos con alteración de RAS y alteración de BRAF.
- En un ensayo se informaron los desenlaces de 65 pacientes chinos (edad <20 años) con carcinoma de tiroides papilar y metástasis pulmonares.[20] De los pacientes, 20 presentaron metástasis pulmonares persistentes después del tratamiento con yodo radioactivo, a lo que se denominó enfermedad resistente al yodo radioactivo. No se observaron diferencias significativas en las características patológicas entre los pacientes menores de 15 años y los pacientes de 15 a 20 años, pero los pacientes más jóvenes tuvieron una probabilidad más alta de presentar enfermedad resistente al yodo radioactivo (cociente de riesgos instantáneos [CRI], 3,500; IC 95 %, 1,134–10,803; P = 0,023). La enfermedad resistente al yodo radioactivo se identificó como un factor predictivo independiente de enfermedad progresiva (CRI, 10,008; IC 95 %, 2,427–41,268; P = 0,001). En la curva Kaplan-Meier se observó que el grupo resistente al yodo radioactivo tenía tasas más bajas de supervivencia sin progresión (SSP) y de supervivencia específica de la enfermedad que el grupo ávido de yodo radioactivo (P < 0,001 y P = 0,039). De forma similar, la presencia de enfermedad resistente al yodo radioactivo fue un factor de riesgo para una SSP desfavorable en pacientes menores de 15 años (P < 0,001).
En una revisión de la National Cancer Database, se encontró que los pacientes de 21 años o menos de familias de bajos recursos y aquellos que no tenían seguro médico, tuvieron un mayor tiempo de espera entre el diagnóstico y el tratamiento del cáncer de tiroides bien diferenciado y presentaron un estadio más avanzado de la enfermedad.[21]
En una revisión retrospectiva de una sola institución se analizó el efecto de la enfermedad multifocal en el momento de la presentación en pacientes con carcinoma de tiroides papilar.[22] En el estudio se compararon 283 niños y adolescentes con 5564 adultos. La enfermedad multifocal fue menos común en niños y adolescentes con carcinoma de tiroides papilar (45 %; 127 de 283 pacientes) que en adultos (54 %; 3023 de 5564 adultos; P = 0,002). No hubo diferencias significativas en la probabilidad de no presentar recidiva a 5 años y la tasa de supervivencia general (SG) fue del 100 % en ambos grupos. No hubo diferencias significativas en la probabilidad a 5 años de ausencia de carcinoma de tiroides papilar en el lóbulo contralateral entre los pacientes con enfermedad unifocal y enfermedad multifocal tratados con lobectomía. Los autores concluyeron que la enfermedad multifocal no justifica una tiroidectomía completa en niños y adolescentes seleccionados para lobectomía.
En un estudio de una sola institución se compararon las gammagrafías diagnósticas de todo el cuerpo con 131I y las concentraciones de tiroglobulina estimulada (sTg) como factores predictivos de metástasis a distancia en niños con carcinoma de tiroides papilar.[23] Se hizo un seguimiento de 142 pacientes (mediana de edad, 14,6 años; intervalo, 4–18 años) durante 9,5 (±7,2) años y se los clasificó de acuerdo con el riesgo de recidiva de la American Thyroid Association como de riesgo bajo (28 %), intermedio (16 %) o alto (56 %). En 127 de estos pacientes se evaluó la sTg. Un valor de la sTg de 21,7 ng/dl produjo una sensibilidad del 88 % para predecir metástasis a distancia, en comparación con el 30 % de las gammagrafías diagnósticas de todo el cuerpo con 131I. La especificidad fue del 60 % para las concentraciones de sTg y del 100 % para las gammagrafías diagnósticas de todo el cuerpo con 131I. En el 42 % de los pacientes se observaron discrepancias entre los resultados de las gammagrafías de todo el cuerpo con 131I en el momento del diagnóstico y las gammagrafías de todo el cuerpo con 131I después del tratamiento con yodo radiactivo. En los pacientes de riesgo alto, las concentraciones de sTg permitieron identificar a aquellos que tendrían metástasis a distancia con mejor exactitud diagnóstica que mediante las gammagrafías de todo el cuerpo con 131I.
Características histológicas y moleculares del cáncer de tiroides diferenciado
Los tumores de tiroides se clasifican como adenomas o carcinomas.[9,24] Los adenomas son nódulos encapsulados benignos, bien circunscritos que a veces causan un agrandamiento importante de toda la glándula o parte de esta y que se extiende a ambos lados del cuello. Algunos tumores segregan hormonas. Es posible que la transformación a un carcinoma maligno comience en algunas células que proliferan y se diseminan a los ganglios linfáticos del cuello o a los pulmones. Casi el 20 % de los nódulos tiroideos en los niños son malignos.[9]
Características histológicas
A menudo se llaman carcinomas de tiroides diferenciados a los carcinomas papilares y foliculares. La clasificación patológica de los carcinomas de tiroides diferenciados se basa en definiciones estándar establecidas por la Organización Mundial de la Salud, y los criterios son los mismos para niños y adultos. Los desenlaces a largo plazo en niños y adolescentes con carcinoma de tiroides diferenciado son excelentes, con tasas de supervivencia a 10 años superiores al 95 %.[9,25,26]
- El carcinoma papilar de tiroides representa el 90 % o más de los casos de carcinoma de tiroides diferenciado que aparecen durante la niñez y la adolescencia. El carcinoma de tiroides papilar en la edad pediátrica exhibe diferentes variantes histológicas: clásica, sólida, folicular y esclerosante difusa.[27] El carcinoma de tiroides papilar es con frecuencia multifocal y bilateral, y metastatiza a los ganglios linfáticos regionales en la mayoría de los niños. En el 25 % de los casos se producen metástasis hematógenas.[9,28]
- El carcinoma de tiroides folicular es infrecuente. Por lo general, es un tumor unifocal y más propenso a metástasis hematógenas iniciales en los pulmones y los huesos. Las metástasis en ganglios linfáticos regionales son poco comunes. Las variantes histológicas del cáncer de tiroides folicular incluyen las variante de células de Hürthle (oncocítico), de células claras e insular (poco diferenciado).[9]
Características moleculares
La oncogénesis en la tiroides y la progresión de los carcinomas de células foliculares de tiroides (carcinoma de tiroides diferenciado, carcinoma de tiroides papilar poco diferenciado y carcinoma de tiroides anaplásico) se explican mediante un proceso de pasos múltiples que resulta en la activación anómala de las vías de señalización MAPK o PI3K/PTEN/AKT. Los estudios genómicos exhaustivos que se llevaron a cabo durante la última década han definido el panorama de estos tumores, así como también las correlaciones entre genotipo y fenotipo. Con el empleo de técnicas de secuenciación avanzada, se encuentran alteraciones oncógenas en más del 90 % de los tumores.[29]
Las variantes oncoiniciadoras más comunes son las de los genes BRAF y RAS, seguidas de las fusiones de genes que comprometen RET o NTRK:[8,30,31]
- BRAF. Las variantes de un solo nucleótido del gen BRAF son las alteraciones más comunes que se encuentran en el carcinoma de tiroides. La variante más común es la V600E (95 % de los casos con alteraciones de BRAF). Se encuentran variantes de BRAF en el 40 % al 80 % de los carcinomas de tiroides papilares y en menor proporción en el carcinoma de tiroides papilar poco diferenciado (5–35 %) y el carcinoma de tiroides anaplásico (10–50 %).[8,31]
La presencia de BRAF V600E se relacionó con la diseminación extratiroidea del tumor y el aumento del riesgo de recidiva. Sin embargo, su importancia pronóstica es controvertida. Los tumores que presentan BRAF V600E parecen exhibir un perfil inmunodepresor amplio con expresión alta del ligando de muerte programada 1 (PD-L1).[8,31]
En un análisis retrospectivo de 80 pacientes brasileños menores de 18 años con carcinoma de tiroides papilar, se identificaron fusiones AGK::BRAF y variantes de un solo nucleótido BRAF V600E.[32] Las fusiones AGK::BRAF, que se encuentran en el 19 % de los pacientes pediátricos con carcinoma de tiroides papilar, se relacionaron con metástasis a distancia y menor edad. Las variantes BRAF V600E, que se encuentran en el 15 % de los pacientes pediátricos con carcinoma de tiroides papilar, se relacionaron con mayor edad y tumores más grandes.
- RAS. La activación oncogénica de RAS ocurre en cualquiera de las familias de genes RAS (NRAS, HRAS y KRAS), aunque las alteraciones más frecuentes son las variantes de un solo nucleótido de NRAS. Las variantes de RAS son marcadores de lesiones de tiroides con patrón folicular. Están presentes en el 30 % al 50 % de los carcinomas de tiroides foliculares, en el 25 % al 45 % de las variantes foliculares del carcinoma de tiroides papilar y en menos del 10% de los carcinomas de tiroides papilares. También se encuentran con frecuencia en el carcinoma de tiroides papilar poco diferenciado (20–50 %) y en el carcinoma de tiroides anaplásico (10–50 %) y se cree que promueven la progresión tumoral. Tienen una prevalencia mayor en las áreas con carencia de yodo.[8,31]
- Reordenamientos de RET. Se han descubierto múltiples reordenamientos de RET en alrededor del 5 % al 25 % de los carcinomas de tiroides papilares y en menos del 10 % de sus variantes foliculares. Se encuentran muy vinculados a la exposición a la radiación ambiental o terapéutica. También son comunes en los pacientes jóvenes, muchos de los cuales presentan metástasis ganglionares y manifestaciones clinicopatológicas de gran malignidad.[8,31] Se notificó que las variantes de RET son más comunes en la variante esclerosante difusa del carcinoma papilar que en el carcinoma papilar no esclerosante estándar (83 vs. 15,4 %; P = 0,0095).[27]
En una revisión retrospectiva se identificaron 113 tumores positivos para una fusión de RET entre 993 pacientes con carcinoma de tiroides papilar.[33] Los tumores positivos para fusión de RET fueron 3 veces más frecuentes en pacientes pediátricos y adolescentes (29,8 %) que en pacientes adultos (8,7 %). Se identificaron 20 tipos de fusiones de RET. Los carcinomas positivos para fusión de RET se relacionaron con un comportamiento tumoral agresivo, incluso tasas altas de metástasis ganglionares (75,2 %) y de metástasis a distancia (18,6 %). Estas tasas fueron significativamente más altas que en los carcinomas con fusiones de NTRK, variantes BRAF V600E y variantes de RAS. Las metástasis locales y a distancia también se encontraron con frecuencia en los pacientes con microcarcinomas positivos para fusiones de RET. Las recidivas verdaderas fueron infrecuentes (2,4 %) y solo se presentaron en adultos. Las tasas de supervivencia específicas de la enfermedad fueron del 99 % a los 2 años, del 96 % a los 5 años y del 95 % a los 10 años.
- Reordenamientos de NTRK. Se han descrito reordenamientos de NTRK1 y NTRK3 en cerca del 5 % de los carcinomas de tiroides papilares. Sin embargo, se notificaron genes de fusión ETV6::NTRK3 en el 15 % de los carcinomas de tiroides papilares provocados por radiación. En pacientes jóvenes y en niños, los carcinomas de tiroides papilares con reordenamiento de NTRK a veces presentan metástasis ganglionares y características clínicopatológicas de gran malignidad, similares a las de los tumores con reordenamiento de RET.[8,31]
- Variantes de DICER1. Se han identificado variantes patogénicas de DICER1 en cerca del 10 % de los carcinomas de tiroides papilares.[34] También se han descrito variantes de DICER1 en una cohorte pequeña de pacientes con carcinomas de tiroides poco diferenciados.[35]
En un estudio se correlacionó el estado de los puntos calientes con variantes de DICER1 con las características clínicas, histológicas y de desenlace en una serie de 56 pacientes pediátricos con carcinomas de tiroides papilares. Estos pacientes no tenían antecedentes clínicos ni familiares de manifestaciones sindrómicas relacionadas con DICER1.[36] De los carcinomas de tiroides papilares, 15 (27 %) albergaban la variante BRAF p.V600E, mientras que 8 (14 %) presentaban variantes de DICER1, sin variantes BRAF p.V600E asociadas. Se identificaron variantes de DICER1 en los exones 26 y 27. También se observó una nueva variante D1810del (c.5428_5430delGAT). En el estudio se confirmó la ausencia de variantes de DICER1 en puntos calientes del DNA del tejido no tumoral emparejado en los 8 carcinomas de tiroides papilares relacionados con DICER1. También se concluyó que la mayor incidencia en pacientes mujeres y el número elevado de carcinomas de tiroides papilares con patrón folicular de riesgo bajo son características de los carcinomas de tiroides papilares relacionados con DICER1.
En un estudio se obtuvo el perfil de miRNA de 20 muestras de tejido tiroideo no neoplásico, 8 muestras de tejido adenomatoso y 60 muestras de tejido con cáncer de tiroides pediátrico, 8 de los cuales presentaban variantes de RNasa IIIb de DICER1. Todos los cánceres de tiroides diferenciados con variantes de DICER1 eran foliculares, 6 eran cánceres de tiroides papilares de variante folicular y 2 eran cánceres de tiroides foliculares.[37]
Otras de las alteraciones son las siguientes:[8,31]
- Se han descrito reordenamientos de ALK en menos del 10 % de los carcinomas de tiroides papilares y, por lo general, se relacionan con desdiferenciaciones.
- Se han descrito variantes activadoras de AKT1 en el 19 % de los carcinomas de tiroides papilares poco diferenciados recidivantes o metastásicos.
- Los reordenamientos de PPARG están presentes en el 20 % al 50 % de los carcinomas de tiroides foliculares y en menor proporción en las variantes foliculares del carcinoma de tiroides papilar.
- Con frecuencia se encuentran variantes activadoras de TERT en el carcinoma de tiroides papilar poco diferenciado (20–50 %) y en el carcinoma de tiroides anaplásico (30–75 %). Estas variantes también se notificaron en el 10 % al 35 % de los carcinomas de tiroides foliculares y en el 5 % al 15 % de los carcinomas de tiroides papilares. Se cree que las variantes de TERT promueven la progresión tumoral a carcinoma de tiroides papilar poco diferenciado y carcinoma de tiroides anaplásico, y representan un marcador pronóstico negativo.
- Hay alteraciones de TP53 en el 40 % al 80 % de los carcinomas de tiroides anaplásicos y en el 10 % al 35 % de los carcinomas de tiroides papilares poco diferenciados. Se considera que este es el último paso en la progresión tumoral y un marcador de pronóstico poco favorable.
Al analizar los tumores con características histológicas similares, la gama de alteraciones genéticas somáticas difiere entre niños y adultos, en la siguiente forma:[29,30,38,39]
- Las fusiones génicas que afectan RET o, con menor frecuencia, NTRK representan cerca del 50 % de las alteraciones moleculares en el carcinoma de tiroides diferenciado en la edad pediátrica, en comparación con cerca del 15 % en la edad adulta.
- Las alteraciones en los genes BRAF o RAS, presentes en alrededor del 70 % de los carcinomas de tiroides que se diagnostican en adultos, se observan en el 20 % al 40 % de los tumores en pacientes pediátricos. Se han descrito variantes de BRAF en cerca del 20 % al 30 % de los casos, mientras que las variantes de RAS se encuentran con mucha menos frecuencia en los casos pediátricos (5–10 %).
- Cuando se combinan las evaluaciones del DNA y RNA, es posible identificar alteraciones susceptibles de tratamiento dirigido en cerca del 98 % de los carcinomas de tiroides infantiles.
Tratamiento del carcinoma de tiroides papilar y folicular
Las opciones de tratamiento del carcinoma de tiroides papilar y folicular (diferenciado) son las siguientes:
- Cirugía.
- Ablación con yodo radiactivo.
Debido a que no es frecuente el cáncer de tiroides diferenciado en los niños, es muy recomendable centralizar la atención en sitios especializados.[6,9,24]
En 2015, la American Thyroid Association (ATA) Task Force on Pediatric Thyroid Cancer publicó directrices para el tratamiento de los nódulos tiroideos y el cáncer de tiroides diferenciado en niños y adolescentes. Estas directrices se basan en la evidencia científica y en opiniones de paneles de expertos con una evaluación cuidadosa del nivel de evidencia.[9] En 2020 y 2022, el Comité del Cáncer de la American Pediatric Surgery Association y la European Thyroid Association (ETA) revisaron y ampliaron las directrices de la ATA mediante la incorporación de la evidencia más reciente.[24] En las siguientes secciones de este resumen se provee una idea general de las directrices de la ATA y de las modificaciones propuestas; lo que se presenta aquí no tiene el respaldo específico del Instituto Nacional del Cáncer (NCI).
Evaluación preoperatoria
Los factores que se deben considerar para la evaluación preoperatoria son los siguientes:
- Un ecografista experimentado debe hacer una palpación del cuello y obtener una ecografía completa de todas las regiones del cuello mediante una sonda de alta resolución y la técnica de Doppler. Antes de la cirugía se debe realizar un examen ecográfico completo.[6,9]
- Se debe considerar la adición de imágenes transversales (tomografía computarizada [TC] con contraste o imágenes por resonancia magnética) cuando se sospeche invasión del tracto aerodigestivo. Es importante destacar que, si se utilizan medios de contraste yodados, será necesario demorar la evaluación y el tratamiento con yodo radiactivo durante 2 a 3 meses hasta que disminuya la carga total de yodo en el cuerpo.[9]
- Es posible considerar la obtención de imágenes del tórax (radiografía o TC) en pacientes con enfermedad considerable en los ganglios linfáticos cervicales.[9]
- Se obtiene una centellografía nuclear de la tiroides solo si el paciente presenta al inicio inhibición de la hormona estimulante de la tiroides (TSH).[9]
- No se recomienda el uso rutinario de gammagrafía ósea ni de tomografía por emisión de positrones (TEP) con flúor F18-fludesoxiglucosa.[9]
- Se deben considerar otras pruebas genéticas o de diagnóstico por imágenes en casos en los que se sospeche enfermedad familiar o extensa.[6]
Cirugía
La tiroidectomía total es el tratamiento esencial del carcinoma de tiroides diferenciado. Lo ideal es que la cirugía de tiroides en los niños la lleve a cabo un cirujano que tenga experiencia en procedimientos endocrinos en niños y en un hospital que cuente con toda la gama de especializaciones pediátricas. La ATA recomienda que la tiroidectomía la haga un cirujano de tiroides experimentado (>30 casos/año) o que se opte por un abordaje multidisciplinario entre un cirujano pediátrico y un cirujano de adultos endocrino o de cabeza y cuello.[6,9]
Tiroidectomía
La tiroidectomía total es el tratamiento recomendado para los pacientes con carcinoma papilar o folicular. La recomendación del panel de expertos de la ATA se basa en datos que indican un aumento de incidencia de enfermedad bilateral (30 %) y multifocal (65 %).[6,9]
En los pacientes con un tumor unilateral pequeño confinado a la glándula tiroidea, se podría considerar una tiroidectomía subtotal, en la que se deja una pequeña cantidad de tejido tiroideo (<1–2 %) en el punto de entrada del nervio laríngeo recurrente o de las glándulas paratiroideas superiores, lo que disminuye el daño permanente en esas estructuras.[40]
En un análisis retrospectivo se identificaron factores relacionados con el compromiso bilateral de la tiroides en 115 pacientes pediátricos con cáncer de tiroides bien diferenciado.[41] Se presentó enfermedad bilateral en 47 de 115 participantes (41 %). En el análisis multivariante, solo la multifocalidad en el lóbulo primario se relacionó de forma independiente con la enfermedad bilateral (OR, 7,61; IC 95 %, 2,44–23,8; P < 0,001). Entre los pacientes sin compromiso ganglionar desde el punto de vista clínico que presentaban carcinoma papilar sin multifocalidad tumoral en el lóbulo primario, 5 de 32 pacientes (16 %) tenían enfermedad bilateral. Los autores concluyeron que en los niños con cáncer de tiroides diferenciado, la multifocalidad tumoral en el lóbulo primario se relaciona con enfermedad bilateral, y recomendaron considerar de inmediato la tiroidectomía completa después de la lobectomía inicial.
En otro análisis retrospectivo multicéntrico se evaluó la prevalencia y los factores de riesgo de la enfermedad multifocal en 212 pacientes pediátricos con carcinoma de tiroides papilar.[42] La media de edad en el momento del diagnóstico fue de 14,1 años y 23 pacientes tenían 10 años o menos. Un total de 173 pacientes (82 %) eran mujeres. En 98 casos (46 %) se observó enfermedad multifocal de cualquier proporción, y en 73 casos (34 %) enfermedad multifocal bilateral. Los factores predictivos de la enfermedad multifocal y multifocal bilateral fueron la edad de 10 años o menos, el estadio tumoral T3 y el estadio ganglionar N1b. Los autores llegaron a la conclusión de que deben tenerse en cuenta estos factores de riesgo y la alta prevalencia de la enfermedad multifocal al evaluar los riesgos y beneficios de las opciones de tratamiento quirúrgico en pacientes pediátricos con carcinoma de tiroides papilar.
Las resecciones tiroideas que no llegan a ser una tiroidectomía total se relacionan con tasas de recidiva hasta 10 veces mayores. La tiroidectomía total también permite mejorar el uso del yodo radiactivo para las pruebas de imágenes y el tratamiento.
Disección central del cuello
Se debe realizar una disección terapéutica de los ganglios linfáticos centrales cuando hay indicios clínicos de metástasis centrales o laterales en el cuello.[13]
En los pacientes sin evidencia clínica de invasión extratiroidea macroscópica o metástasis locorregional, se puede considerar una disección profiláctica central del cuello según la focalidad del tumor y el tamaño del tumor primario. Sin embargo, debido al aumento de mortalidad relacionada con la disección de ganglios linfáticos centrales, es importante evaluar caso por caso los riesgos y beneficios según el alcance de la disección.[43]
Disección lateral del cuello
La disección radical modificada del cuello se reserva para la enfermedad metastásica que se ha comprobado mediante biopsia en el compartimento lateral (niveles II, III, IV y V). Se recomienda la confirmación citológica de enfermedad metastásica en los ganglios linfáticos laterales del cuello antes de la cirugía.
No se recomienda la disección profiláctica rutinaria lateral de los ganglios linfáticos del cuello.
Clasificación y asignación del riesgo
Pese a los datos limitados en el entorno pediátrico, la ATA Task Force recomienda el uso del sistema de clasificación de tumor, ganglio linfático y metástasis (TNM) para asignar a los pacientes a 1 de 3 grupos de riesgo.[9] Esta estrategia de clasificación permite definir el riesgo de enfermedad cervical persistente y ayuda a determinar qué pacientes se deben someter a estadificación posoperatoria para establecer la presencia de metástasis a distancia.
- Riesgo pediátrico bajo según la ATA. Enfermedad confinada a la tiroides con enfermedad N0 o NX, o pacientes con N1a diagnosticada de manera fortuita (metástasis microscópica en un número pequeño de ganglios linfáticos centrales del cuello). Si bien estos pacientes tienen el riesgo más bajo de metástasis a distancia, aún tienen riesgo de enfermedad cervical residual; en particular, si la cirugía inicial no incluyó una disección central del cuello.
- Riesgo pediátrico intermedio según la ATA. Enfermedad extensa N1a o enfermedad N1b mínima. Si bien estos pacientes tienen un riesgo bajo de metástasis a distancia, tienen un aumento del riesgo de una resección incompleta de ganglios linfáticos y de enfermedad cervical persistente.
- Riesgo pediátrico alto según la ATA. Enfermedad regional extensa (N1b) o enfermedad localmente invasora (T4), con metástasis a distancia o sin esta. Los pacientes de este grupo tienen el riesgo más alto de resección incompleta, enfermedad persistente y metástasis a distancia.
Para obtener más información sobre el sistema TNM, consultar la sección Información sobre los estadios del cáncer de tiroides en Tratamiento del cáncer de tiroides.
Estadificación posoperatoria y vigilancia a largo plazo
Después de la resección quirúrgica, la enfermedad se estadifica según los hallazgos operatorios para identificar a los pacientes con enfermedad persistente y aquellos con riesgo intermedio o alto de recidiva. La estadificación inicial se deberá realizar dentro de las 12 semanas posteriores a la cirugía para evaluar si hay indicios de enfermedad locorregional persistente e identificar a los pacientes con más probabilidades de beneficiarse de la terapia adicional con 131I. Los niveles de riesgo pediátrico establecidos por la ATA ayudan a determinar el alcance de las pruebas posoperatorias.[9] El estudio por imágenes estándar para el seguimiento de pacientes que se trataron por carcinoma de tiroides diferenciado es la ecografía del cuello. Esta ecografía la debe realizar un profesional con experiencia en este procedimiento en niños. La sensibilidad y la especificidad de la ecografía de cuello para el carcinoma de tiroides diferenciado recidivante en el seguimiento de los niños tratados con tiroidectomía total son del 85,7 % y del 89,4 %, respectivamente.[6]
Riesgo pediátrico bajo según la ATA
- La estadificación posoperatoria inicial incluye una evaluación de la tiroglobulina con inhibición de la TSH. No se necesita una gammagrafía diagnóstica con yodo I 123 (123I).
- Se debe procurar obtener concentraciones de 0,5 mUI/l a 1,0 mUI/l con la inhibición de la TSH.
- En los pacientes sin indicios de enfermedad, la vigilancia debe incluir una ecografía a los 6 meses de la operación y luego una vez al año durante 5 años, así como concentraciones de tiroglobulina con inhibición de la TSH cada 3 a 6 meses durante 2 años y luego una vez al año.
- En los niños con anticuerpos antitiroglobulina (común en los pacientes con tiroiditis de Hashimoto), la tendencia de la tiroglobulina es menos confiable y es posible que se necesite una gammagrafía con 123I.
Riesgo pediátrico intermedio según la ATA
- La estadificación posoperatoria inicial incluye evaluación de la tiroglobulina con estimulación de la TSH y una gammagrafía diagnóstica de todo el cuerpo con 123I para estratificación y determinación con 131I posteriores.
- Se debe procurar obtener concentraciones de 0,1 mUI/l a 0,5 mUI/l con la inhibición de la TSH.
- Para los pacientes sin indicios de enfermedad, la vigilancia debe incluir una ecografía a los 6 meses de la cirugía y luego cada 6 a 12 meses durante 5 años (después, con menor frecuencia); las concentraciones de tiroglobulina (durante la terapia de reemplazo hormonal) se miden cada 3 a 6 meses durante 3 años y luego una vez al año.
- Se debe considerar la evaluación de la tiroglobulina con estimulación de la TSH y la gammagrafía diagnóstica con 123I al cabo de 1 o 2 años en los pacientes tratados con 131I.
Riesgo pediátrico alto según la ATA
- La estadificación posoperatoria inicial incluye evaluación de la tiroglobulina con estimulación de la TSH y una gammagrafía diagnóstica de todo el cuerpo con 123I para estratificación y determinación con 131I posteriores.
- Se debe procurar obtener concentraciones inferiores a 0,1 mUI/l con la inhibición de la TSH.
- Para los pacientes sin indicios de enfermedad, la vigilancia debe incluir una ecografía a los 6 meses de la cirugía y luego cada 6 a 12 meses durante 5 años (después, con menor frecuencia); las concentraciones de tiroglobulina (durante la terapia de reemplazo hormonal) se miden cada 3 a 6 meses durante 3 años y luego una vez al año.
- Evaluación de la tiroglobulina con estimulación de la TSH y, posiblemente, una gammagrafía diagnóstica con 123I al cabo de 1 o 2 años en los pacientes tratados con 131I.
En los pacientes con anticuerpos antitiroglobulina, se debe demorar la estadificación posoperatoria para dar tiempo a la depuración de anticuerpos, excepto para pacientes con enfermedad T4 o M1.
Ablación con yodo radiactivo
El objetivo del tratamiento con 131I es disminuir la recidiva y la mortalidad mediante la eliminación de la enfermedad ávida de yodo.[6,9]
- La ATA Task Force recomienda el uso de 131I para tratar la enfermedad locorregional ávida de yodo que es persistente o la enfermedad ganglionar que no se puede resecar, así como para las metástasis a distancia que se sabe o se presume que están ávidas de yodo. En los pacientes con enfermedad persistente después de la administración de 131I, se debe evaluar de manera individual la decisión de continuar el tratamiento con 131I de acuerdo con los datos clínicos y la respuesta previa. En los pacientes sin metástasis ganglionar o a distancia, no hay evidencia de que el 131I pueda mejorar la supervivencia o reducir las tasas de recidiva.[6]
- Para facilitar la absorción de 131I por la enfermedad residual ávida de yodo, la concentración de la TSH debe ser superior a 30 mUI/l. Esta concentración se alcanza después de interrumpir la levotiroxina durante 14 días como mínimo. También se debe seguir una dieta baja en yodo durante 2 semanas antes del tratamiento. La ablación con yodo radiactivo se debe diferir durante 2 a 3 meses después de la exposición a una TC con contraste yodado y se debe confirmar que la eliminación de yodo en la orina es inferior a 75 µ/l. Para pacientes que no logran una respuesta adecuada de la TSH o no toleran un hipotiroidismo grave, se puede usar TSH humana recombinante.
- La administración terapéutica de 131I a menudo se basa en una dosificación empírica o una dosimetría corporal total. La ATA Task Force no logró recomendar un abordaje específico porque no hay datos de comparación del tratamiento empírico con el tratamiento guiado por dosimetría. Sin embargo, debido a las diferencias de tamaño corporal y la depuración del yodo en los niños en comparación con los adultos, todas las actividades que involucren el uso de 131I deberían ser calculadas por personas expertas en la dosificación para niños.
- Para todos los niños, se recomienda una gammagrafía de todo el cuerpo 4 a 7 días después del tratamiento con 131I. La adición de una TC por emisión de fotón único con una TC convencional integrada (TCEFU-TC) puede ayudar a distinguir la ubicación anatómica de la absorción focal.
Los efectos tardíos del tratamiento con 131I, aunque son poco frecuentes, incluyen disfunción de las glándulas salivales, inhibición de la médula ósea, fibrosis pulmonar y segundas neoplasias malignas.[44]
- Debido a que la respuesta a 131I se observa hasta de 15 a 18 meses después del tratamiento, se recomiendan intervalos prolongados de al menos 12 meses antes de volver a administrar el tratamiento.[6]
Evidencia (ablación con yodo radiactivo):
- En un estudio multicéntrico de niños y adolescentes con carcinoma de tiroides diferenciado, 285 pacientes consecutivos se trataron con tiroidectomía total y ablación con yodo radiactivo de acuerdo con las directrices de la ATA.[45]
- El 87 % de los pacientes no tenía indicios de enfermedad activa al cabo de una mediana de seguimiento de 133 meses.
- En un estudio de un solo centro sobre cáncer de tiroides diferenciado de riesgo bajo según la ATA diagnosticado entre 2010 y 2020, 95 pacientes se sometieron a tiroidectomía total seguida de tratamiento con 131I en el 53 % de los pacientes.[46]
- No hubo diferencia estadística en las tasas de remisión entre los pacientes que recibieron tratamiento con 131I o sin este al cabo de 1 año (70 vs. 68,9 %, respectivamente; P = 0,089) o en la última evaluación clínica (82 vs. 75,6 %; P = 0,534).
- Durante el período del estudio, el uso de 131I en la población de pacientes disminuyó de manera constante, ya que en las ATA Pediatric Differentiated Thyroid Cancer Guidelines de 2015 se recomendó suspender el tratamiento con 131I en pacientes con enfermedad de riesgo bajo. En consecuencia, los pacientes que recibieron tratamiento con 131I tuvieron un seguimiento más largo (mediana, 5,8 años) que aquellos que no lo recibieron (mediana, 3,6 años).
La ETA ha propuesto un plan de seguimiento simplificado que se basa en las concentraciones de tiroglobulina y la ecografía del cuello (consultar la Figura 4).[6]
Tratamiento del carcinoma de tiroides papilar y folicular recidivante
A pesar de presentar una enfermedad más avanzada que los adultos en el cuadro clínico inicial, los niños con cáncer de tiroides diferenciado por lo general tienen una supervivencia excelente con relativamente pocos efectos secundarios.[25,47,48] Por esta razón, el tratamiento de la enfermedad persistente o recidivante se debe planear caso por caso y considerar cuidadosamente los posibles riesgos y beneficios del tratamiento. En los niños con supresión de TSH y concentraciones de tiroglobulina persistentes, pero que no aumentan, se recomienda la ecografía de cuello; en el caso de que esta sea negativa, quizás se deba considerar la gammagrafía con 123I y estimulación de TSH. Si no se encuentra enfermedad residual o recidivante, se debe medir la tiroglobulina sérica y los anticuerpos antitiroglobulina en suero cada 3 a 6 meses. Se puede considerar la posibilidad de repetir el tratamiento con 131I en los pacientes con focos cervicales pequeños (es decir, <1 cm) o en los pacientes con enfermedad cervical que no se puede ver en las imágenes transversales. Sin embargo, quizás también sea una práctica segura someter a vigilancia a estos pacientes mientras se mantiene la supresión de TSH. La enfermedad cervical macroscópica se debe extirpar mediante cirugía si se puede lograr de manera inocua. Es posible que los niños con metástasis pulmonares continúen experimentando los efectos de la terapia dirigida a 131I después del tratamiento durante años, y una concentración indetectable de tiroglobulina no debe ser el objetivo principal de los esfuerzos de tratamiento. Hasta un tercio de los pacientes exhiben enfermedad persistente pero estable después de la ablación con yodo radiactivo. El tratamiento se debe considerar solo en pacientes que muestren signos de progresión.[9,24]
Las opciones de tratamiento del carcinoma de tiroides papilar y folicular recidivante incluyen las siguientes:
- Ablación con yodo radiactivo con 131I.
- Inhibidores de tirosina–cinasas.
Ablación con yodo radiactivo 131I
La ablación con yodo radiactivo 131I suele ser eficaz después de la recidiva.[49]
Inhibidores de tirosina–cinasas
En los pacientes con enfermedad resistente al tratamiento con 131I, las terapias moleculares dirigidas con inhibidores de tirosina–cinasas (ITC) a veces son una alternativa de tratamiento.
Los ITC con eficacia documentada para el tratamiento de adultos son los siguientes:
- Sorafenib. El sorafenib es un inhibidor de la cinasa de VEGFR, PDGFR y RAS. En un ensayo aleatorizado de fase III, el sorafenib mejoró la SSP en comparación con el placebo (10,8 vs. 5,8 meses) en pacientes adultos con cáncer de tiroides diferenciado localmente avanzado o metastásico resistente al yodo radiactivo.[50] La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) aprobó el sorafenib en 2013 para el tratamiento de adultos con carcinoma de tiroides diferenciado metastásico en estadio avanzado.
Los datos específicos para pediatría son escasos. Sin embargo, en un informe de caso, el sorafenib produjo una respuesta radiográfica en un paciente de 8 años con carcinoma de tiroides papilar metastásico.[51]
- Lenvatinib. El lenvatinib es un inhibidor oral de VEGFR, FGFR, PDGFR, RET y KIT. En un estudio aleatorizado de fase III de adultos con cáncer de tiroides diferenciado resistente al tratamiento con 131I, el lenvatinib se relacionó con una mejora significativa de la SSP y la tasa de respuesta en comparación con un placebo.[52] La FDA aprobó el lenvatinib en 2015 para el tratamiento de adultos con carcinoma de tiroides diferenciado resistente al yodo radiactivo y progresivo.
Se notificó que 3 niños con carcinoma de tiroides papilar resistente al yodo radiactivo presentaron una respuesta clínica al lenvatinib.[53]
- Vemurafenib y dabrafenib (inhibidores de BRAF). Se llevó a cabo un estudio sin enmascaramiento, no aleatorizado de fase II sobre vemurafenib en adultos con carcinoma de tiroides que tenían una enfermedad resistente a 131I, metastásica o irresecable y positiva para la variante BRAF V600E. Ningún participante había recibido tratamiento previo con ITC. Se documentó una tasa de respuesta del 38,5 %.[54] En los pacientes con carcinoma de tiroides anaplásico metastásico o avanzado con la alteración BRAF V600E se demostró una tasa de respuesta del 69 % con la combinación de dabrafenib y el inhibidor de MEK, trametinib.[55]
- Larotrectinib y entrectinib (inhibidores de NTRK). El larotrectinib se ha utilizado para tratar a pacientes con carcinoma de tiroides positivo para fusión de TRK. En un estudio, los 5 pacientes con carcinoma de tiroides positivo para fusión de TRK que recibieron tratamiento con larotrectinib obtuvieron respuestas parciales o completas.[56] También se notificaron respuestas con entrectinib.[57] La FDA aprobó el larotrectinib y el entrectinib para el tratamiento de adultos y niños (restringido a pacientes mayores de 12 años en el caso del entrectinib) con tumores sólidos que presentan todas las siguientes características:[58]
- Tienen una fusión génica de NTRK sin una variante conocida de resistencia adquirida.
- Son metastásicos o la resección quirúrgica del tumor probablemente produzca morbilidad grave.
- No hay alternativas de tratamiento satisfactorias o la enfermedad progresó después del tratamiento.
- Selpercatinib (inhibidor de RET). En un ensayo de fase I/II de terapia con selpercatinib para pacientes (intervalo de edad, 25–88 años) con cánceres con variante de RET, se inscribió a 19 pacientes con fusión de RET tratados antes por cánceres de tiroides.[59]
- De los 19 pacientes, 15 (79 %) alcanzaron respuestas objetivas (1 respuesta completa y 14 respuestas parciales) y la mediana de duración de la respuesta fue de 18,4 meses.
- Los efectos adversos relacionados con el tratamiento de grados 3 y 4 fueron hipertensión (12 %), aumento de las concentraciones de alanina–aminotransferasa (10 %) y aspartato–aminotransferasa (7 %), diarrea (3 %) y prolongación del intervalo QT (2 %).
- En 2024, el FDA otorgó la aprobación completa al selpercatinib para el tratamiento de pacientes adultos y pediátricos de 2 años o más con cáncer de tiroides positivo para fusión de RET en estadio avanzado o metastásico que requieren terapia sistémica y cuya enfermedad es resistente al yodo radiactivo (si el yodo radiactivo fuera apropiado).[60]
- Cabozantinib (inhibidor de VEGFR y RET). En un ensayo aleatorizado con enmascaramiento doble de fase III (COSMIC-311 [NCT03690388]) en pacientes adultos (intervalo de edad, 55–72 años) se comparó el cabozantinib con un placebo. Estos pacientes habían recibido al menos un ITC dirigido a VEGFR para el carcinoma de tiroides diferenciado, y su enfermedad se consideró progresiva y resistente al yodo radiactivo. Se observó una respuesta eficaz en 10 de 67 pacientes que recibieron cabozantinib, en comparación con cero respuestas en el grupo de placebo. La SSP fue de 11 meses (IC 95 %, 7,4–13,8) en el grupo de cabozantinib, en comparación con 1,9 meses (IC 95 %, 1,9–3,7) en el grupo de placebo, con un CRI de 0,22 (IC 95 %, 0,14–0,31).[61] A partir de estos datos, la FDA aprobó el cabozantinib en esta población.[62]
Para obtener más información, consultar Tratamiento del cáncer de tiroides.
Opciones de tratamiento en evaluación clínica del carcinoma de tiroides papilar y folicular recidivante
La información en inglés sobre los ensayos clínicos patrocinados por el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) se encuentra en el portal de Internet del NCI. Para obtener información en inglés sobre ensayos clínicos patrocinados por otras organizaciones, consultar el portal de Internet ClinicalTrials.gov.
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